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Un blog diferente.

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lunes, 30 de septiembre de 2013

Giro a siniestra - (1)

Cayó una hoja, era la última en morir en aquél invierno ya que la primavera empezaba a apoderarse del tiempo. El sol se alzó sobre el pueblo, y los campos empezaron a reverdecerse.
Pasando por el mercado del distrito se extendían calles amplias y tiendas abarrotadas de productos, las voces cuchicheantes de los transeúntes pasaban casi desapercibidas entre los voceríos que lanzaban los vendedores de la zona. Una amalgama de aromas a verdura, sangre, pescado y especias se asomaba a las narices de los compradores. La fétida mezcla invadía los olfatos y se impregnaba en las prendas. Era fácil distinguir a un citadino de alguien del pueblo, puesto que los que asistían con más frecuencia ya tenían embotados sus olfatos, sin embargo los que recién llegaban parecían estar asfixiándose. Los billetes y monedas circulaban a gran velocidad, paquetes, sacos, bolsas eran transportadas de un lado a otro, la agitación de la gente aumentaba conforme las horas avanzaban y el lugar estaba cada vez más ocupado...
Un grito lejano frenó el ritmo acelerado del día por un instante. Se oía un llanto y éste provenía de una tienda del sector de Los Pescadores. Una mujer tendida en sábanas gritaba, gruñia y sudaba mientras a su lado un hombre le daba indicaciones muy cerca de su oído. La tienda, apenas sostenida por palos y cubierta por mantas compuestas de retazos, tambaleaba ante los vientos sin perder por completo su equilibrio. Y allí, con los ojitos llenos de lágrimas, tras un par de horas la criatura dejó que el mundo invada en parte sus sentidos, sólo en parte, y se calmó cuando estuvo ya en los brazos de la mujer que la había expulsado de sí.
Con melodías suaves que se mezclaban con el bullicio del lugar llegó a arrullarlo. Un silencio relativo se apoderó de la escena, la gente avanzaba en un mutismo artificial,sobre las sábanas el sudor formaba diminutos charcos y los hombres suspiraban con cierto alivio.

Y entonces ambos cerraron los ojos...
 
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