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Un blog diferente.

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viernes, 10 de mayo de 2013

Gracias por los Hábitos

Aunque me cubro los oídos con la almohada y grito de rabia cuando suena el despertador... Gracias Dios porque puedo oír.
Aunque cierro los ojos cuando, al despertar, el sol ingresa a mi habitación... Gracias Dios porque puedo ver.
Aunque me cuesta levantarme y pararme de la cama... Gracias Dios que tengo fuerzas para hacerlo.
Aunque me enojo cuando no encuentro mis cosas en su lugar, porque alguien hizo un desorden en casa... Gracias Dios que tengo familia.
Aunque a veces la comida que me sirven no es de mi agrado y quisiera dejarla en la mesa... Gracias Dios que tengo alimento.
Aunque mi trabajo en ocasiones es monótono y rutinario... Gracias Dios que tengo ocupación.
Aunque en ocasiones no estoy conforme con mi existencia, peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme... Gracias Dios por la vida.
Anónimo
***

Esta semana ha estado llena de matices. Hubo una celebración por aniversario en el trabajo, me encontré con amigos que hacía mucho tiempo que no veía (me dio gusto ver que algunos ya tienen una familia conformada, otros están en proceso y otros están tomando como prioridad su profesión), terminé un ciclo en lo programado para este año en el trabajo y me preparo para los nuevos retos personales y profesionales.

Un momento. A pesar de que no me conoces creo que en esta etapa de la vida compartimos muchas actividades similares. El motivo de mi recuento, es pues, que las circunstancias, en este momento de mi vida, se han dado para poner una pausa de toda actividad y recapitular todo lo alcanzado y calcular los retos planteados que me faltan conseguir. Hasta un tiempo atrás no me daba este espacio de reflexión, sin embargo me he dado cuenta que es muy necesario.

'Los seres humanos somos seres de rituales', decía un profesor de la universidad. Despertamos de un modo, comemos de forma distinta a otro ser humano, vamos a trabajar/estudiar según el horario que nosotros mismos nos imponemos, almorzamos a la hora de siempre, practicamos el hobbie de siempre y si tenemos que cambiar algún hábito, nos cuesta tiempo y esfuerzo cuando se cuestionan nuestras costumbres, nuestra cotidianidad.

Gracias a Dios por hacernos personas de 'rituales'. Para que, por medio de ellos, podamos organizarnos y actuar en pro de nuestras metas. Sin embargo, como en muchas cosas en nuestra vida, tendemos a desordenarnos o flojear en el proceso donde se forman nuestras hábitos dañinos. Creemos que lo que tenemos nos pertenece por derecho y no por gracia divina y nos olvidamos de apreciar que podemos seguir viviendo el día a día a pesar de nuestros hábitos nocivos para la salud. Poco a poco nos olvidamos de los 'rituales' positivos y los reemplazos por otros que exigen menos esfuerzo y trabajo. Perdemos el rumbo.

Hace poco, en aquel momento de reflexión, recapacité en mi caminar y encontré muchos errores en mis hábitos bajo la justificación de que estaba cansado, ocupado o con otras cosas por hacer. Hubieron algunas oportunidades que perdí y otras que no aproveché al cien por ciento. Pero me sirvió reflexionar para retornar al camino inicial y recuperar mis hábitos saludables.

Espero que puedas darte un tiempo para ti y te auto-analices. ¿Cómo van tus planes?, ¿cuántos ya has conseguido?, ¿cuántos faltan por conseguir?, y ¿cuánto estás haciendo por conseguirlos? Que Dios te acompañe en el proceso. Bendiciones.


jueves, 9 de mayo de 2013

El Señor de las Canas.


Cuando servía en el ejército la vida era dura. Así comenzaban las historias de mi abuelo. Sus cejas pobladas salpicadas de plata se movían con cada gesto de emoción suya, su rostro aún poco arrugado para su edad se iluminaba cuando hablaba de esos años gloriosos en su vida.
Mi abuelo era de esos viejos que parecen inmortales. A pesar de sus ochenta años mantenía un cuerpo robusto y vigoroso. Sus cabellos eran muy cortos, algo típico en los hombres que han recibido formación militar y su rostro parecía tener una mezcla de dureza y mansedumbre. Y allí estaba el abuelo, contando sus historias, algo fantásticas y con porciones rellenas de hechos inverosímiles.

Ahora sus huesos se han debilitado y sus historias se han robustecido de imágenes cómicas, increíbles y poco comunes.

Cuando sus canas muestran sus años que se ocultan tras esa piel lisa, cuando lo veo tratando de dar algo para, de alguna manera, decir que aún está aquí y que aún tiene mucho que dar, cuando veo en sus ojos la emoción de un niño por el simple hecho de tener un desayuno  con su hija, cuando 'me quita el tiempo' para darme sus consejos siento que ese lazo entre alguien que cuenta los años en retroceso y alguien inexperto como yo se afianza, siento que por ósmosis recibo un poco de esa sabiduría, un poco de esos años.

Ellos, los viejos, siempre tienen mucho que decir, mas pocos oídos dispuestos a prestarles atención. Ellos que pagan con sus achaques lo que hicieron con sus cuerpos, que ven atrás lo que no fue, lo que pudo ser y los que se avecina, ellos...

Ahora, sentado, todos comemos, es su cumpleaños y su rostro parece el de un niño de cinco  años a la espera de su regalo. Cuando ya terminamos de comer, el abuelo me habla, pregunta si todo va bien y luego se levanta pesadamente de su asiento y me sonríe de esa manera nostálgica con que suelen hacerlo los que han sufrido mucho en la vida. Hijito, nunca cometas los errores que yo he cometido. A tu mamá, quiérala; a tu abuelita, quiérala; recuerda que ellas te quieren mucho hijito, recuerda que nosotros los viejos solo estamos para evitar que repitas nuestros errores. Sin duda esa es su frase célebre.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Amor a primera vista.


El aire ingresaba por primera vez a sus pequeños y débiles pulmoncitos, después de treinta y nueve largas -y casi interminables- semanas no dependería más de ella para sobrevivir, tendría que aprender a hacerlo por sí misma. La espera había sido tan dulce, como todos suelen describirla, pero desesperante al mismo tiempo por el deseo de verla ya entre sus brazos. Sus ojos brillaban: admirados, embelesados y cansados. Chispeantes lágrimas recorrieron su rostro denotando su alegría, contándole al mundo su dicha.


Su corazón ahora palpita despavorido, acelerado; cada latido la colma de gozo, la hace sentir más viva. Un torrente de tiernas emociones se ha desbordado en su interior, se pregunta, ¿qué es? No puede explicarlo. Como una rosa despierta ante el sol de mañana, así los pétalos de su alma se abren a un nuevo amor. Una sonrisa se dibuja en sus labios al oír las vibrantes notas de un fuerte sollozo. Alza su vista al Cielo y en un suspiro vierte su agradecimiento, su complacencia y encomienda al Ser que se la envió que la haga feliz en todos sus caminos. Siente su suave y tibia piel contra su pecho, por primera vez la ve y reconoce a su compañera del asombroso viaje que emprendieron juntas hace más de ocho meses.

Ahora están frente a frente, puede tocarla, mimarla, arrullarla, es completamente suya y de Dios. Pasa su mano por su pequeña naricita, un estornudo le roba una sonrisa, pero al instante desea aliviarla. Imagina lo que tendrá que pasar, su primera caída, su primer diente de leche, su primer beso, su primer corazón roto... ¡No!, dice en su interior aterrorizada, quiere envolverla y acurrucarla en su regazo y no dejar que nada dañe a su nuevo amor, a su niñita. Respira resignada, tendrá que aprender como ella lo hizo. 'Mamá está aquí', susurra aquel ángel hermoso que la blindará con nobleza, con caricias por la noche. Aquella mujer que dará su vida por verla sonreír todos los días, que le enseñará el significado de la palabra mujer, que la apoyará en cada paso, que con su ejemplo será la mejor maestra que jamás alguien podrá tener; que le hablará del amor de Dios, que le enseñará a amar.

Se ha vuelto a enamorar, entiende lo que tantos le contaron. Reirá, luchará y peleará por darle lo mejor, por hacerla sonreír, por colmarla de felicidad. Dará todo desde el principio hasta el final por escuchar ese 'te amo mamá'.

«Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.» Prov. 31:29.

lunes, 6 de mayo de 2013

Poco Tiempo.

Es difícil hablar del tiempo, pues pasa ligero. Un conjunto aparentemente infinito de instantes que percibimos de distintas formas: a veces, el tiempo, parece pasar veloz; otras veces, lento, pero siempre, siempre, pasa.


Ahora que las clases han retomado su curso, y que a mi parecer el ciclo está muchísimo más recargado, el tiempo es una constante en mi vida: tiempo para despertarme y agradecer, tiempo para hacer prácticas, tiempo para estar sentado escuchando a un profesor que a veces parece no conocer bien su tema, tiempo para enseñar, tiempo para hacer trabajos, tiempo para hacer ejercicio y al último... tiempo para ese pequeño grupo de pasiones que no quiero perder de vista.

Un horario, una agenda, un reloj. Digo que tal vez es parte de crecer, de convertirse en "adulto", parte de dejar el cómodo ambiente del hogar en el cual las responsabilidades se limitaban al colegio, tu cuarto, comer, jugar, hacer tareas y estudiar (si lo hacías) y dormir. No habían preocupaciones por hijos, futuro, cursos extenuantes, sesenta horas semanales en la universidad, etc...

Entonces la vida nos obliga a ser eficaces, eficientes y efectivos. Depende de nuestra capacidad de adaptarnos al tiempo o nuestro conformismo para poder sobrevivir a la etapa en que la vida para muchos parece perder "diversión". Entonces corremos contra el tiempo, vivimos más de prisa y casi por inercia. La rutina, los malos hábitos, los vicios nos pierden entre los segundos, minutos, horas, días... Y en un momento nos preguntamos qué podemos hacer con el tiempo. Pues si quisiera tomar la onda de autoayuda diría que todo depende de ti, pero eso es falso. Sin duda nuestras decisiones sobre lo que hagamos dentro de un espacio y un tiempo tomarán un curso, sin duda el que pone horarios y hace planes eres tú, pero tú no puedes manejar los años de tu vida porque la vida puede acabar en un instante, un instante de ese montón infinito y tú nunca supiste que te quedaba poco tiempo.

A veces vivimos a un ritmo desenfrenado y dañino para nuestra salud. Vivimos al azar y entonces nos quedan cada vez más grandes las preguntas sobre el fin de la vida:

¿Qué harías si supieras que te quedan 24 horas de vida? ¿Qué harías si te quedase 1 hora de vida? ¿Qué harías si te enterases que sólo te quedan 5 minutos de vida?

Si tuviese que decir algo sobre el tiempo, es que pasa. No es el tiempo el que se te acorta, tú le quedas corto al tiempo; no es el tiempo el que pasa muy rápido, tú eres muy lento; No es el tiempo el que vale oro, sino lo que tú haces en él. No es que tengas el tiempo a disposición tuya, es que eres un administrador de un recurso ajeno a ti.

Hace poco atropellaron a mi hermano. Nada grave. Pero las situaciones como esas te hacen pensar y responderte a la pregunta de si estás haciéndolo bien.