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Un blog diferente.

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viernes, 24 de enero de 2014

Rojo


¿Los colores estarán diseñados
de manera adrede para marcar
la mente frágil y fotográfica de
los humanos?
Así parece, o al menos, el rojo.

Aún no se va de mi cabeza la imagen
de aquellos grandes y voraces ojos
inyectados de sangre, el último sello
—gracias a un labial—
que mamá dejó en mi mejilla,
las gotas chorreantes de una muerte
que trazaron mi destino;
crecer bajo una sombra carmesí.

La guerrilla, el polvo,
los gritos y la pintura roja.

La primera flor que me regaló,
era patética, y colmada de ese
romanticismo tan pesado que a él
lo caracterizaba; más cursi que nada.
¡Bah! el vestido de seda que adquirí 
a un buen precio en un remate,
para fingir ser parte de tan rojo amor.

Molestas cartas envueltas con un lazo,
grande y del color de la pintura que un día
yacía en el rostro de esos pobres niños. El
dolor de ellos, y mi enojo, mi rabia e impotencia.

¡Qué rojo y embanderado se veía el camino!
Me envolvía y a la vez me hacía libre.

La guerrilla, el polvo,
los gritos y la pintura roja. 

jueves, 23 de enero de 2014

Cartas a la una

Fecha desconocida

He dejado incontables cartas junto a tu ventana. Siempre he recibido la misma respuesta: tu indiferencia. Tus ojos, tus labios, tu sonrisa pequeña y dulce. Todo lo que conforma tu imagen ha quedado grabado dentro de mi alma, mecida entre el olvido y el adiós.

Dos años han transcurrido y permanecen cuasi-eternas las notas que dejaste pegadas en el espejo. Esas notas que me son mi luz y mi oscuridad. Mis manos, entonces atadas, han escrito aquellas incontables cartas para pagar su libertad. Pero sigo preso dentro de tu alma, mi indulgencia es sólo un mero formalismo que nunca tendrá valor.
Pasa...
La locura de tu risa, tus manos cálidas junto a las mías, tus abrazos y tu voz. Estos forman parte de una utopía que me debilita poco a poco. Y todo es menos que un recuerdo, es tan sólo una imagen obscurecida por el tiempo. Mi decisión está tomada. No diré más. Si me dices que me vaya, me voy, me perderé entre la nada, pero regresaré (no por ti). Regresaré cuando las luchas de mi alma hayan cesado, cuando muerto mi combatiente pueda verte a través de los cristales de tu puerta una vez más siendo tú una más en la ciudad.

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Fecha desconocida

He vuelto como prometí hace algún tiempo, tiempo que he olvidado. He visto a través de los cristales de tu puerta, pero no estás.
Tu ausencia ahora sí es definitiva y me he quedado sin mucho que decir...

Es probable que sea la última carta, es probable que no. Nunca se está seguro de ello. Probablemente te molesta el lenguaje que utilizo, mis palabras rebuscadas, mi manera tan complicada de decir las cosas. Pero resulta, a veces, ser la manera más fácil para mí.

Gracias...

Así libre... te doy las gracias.

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No importa la fecha, nunca importó.

Ésta es la carta que jamás te llegó. Ésta fue la última.
Han transcurrido días tormentosos, la naturaleza parece haberse empecinado con nuestra historia. Una historia que tiene apariencia trágica con final feliz.

Siempre la nostalgia se ha derramado en tinta sobre mis hojas, alguna vez me dijiste que eso era lo que te gustaba. Y, pues, algunos desconfiamos de nuestra capacidad de llegar a algún corazón y siempre traté de evitarla, pero ahora parece que las cosas podrían hacer sido distintas de haber... Pero no fue así, y es mejor.
Lo malo es que ahora que escribo con mi sangre, con el alma, (justo ahora) sonriendo parezco estar muriendo y que mientras te olvido parezco estar extrañandote a muerte.

No diré mentiras, tampoco verdades. Pero si alguna vez te extraño me levantaré y caminaré; si no, iré tras el rumbo que alguna vez abandoné... ese que te invité a seguir bajo el menguante de aquel día cuya fecha no recuerdo.

Adiós. Siempre fui yo.


miércoles, 22 de enero de 2014

El mar es de los peces.

Ni de Perú ni de Chile.

Qué antiperuano puede resultar esta opinión en estos días donde el nacionalismo está en unos de sus puntos de máxima excitación. La coyuntura de espera a un fallo que le daría victoria a Perú frente a Chile por primera vez en siglos, es uno de los temas más sobrecomentados, sumados al pesimismo chileno, llenan de triunfalismo las calles peruanas. 

¡Ese mar será nuestro! Pareciera gritar el espectro populoso peruano.

Y yo me pregunto y te pregunto, ¿nuestro? ¿Qué ejercicio de propietario tendrás sobre ese mar? Ninguno, seguramente.

Este es un tema agitado por políticos para defender intereses privados, cuyos actores ni siquiera son chilenos ni peruanos, más bien, ingleses, estadounidenses y de otras nacionalidades. Estos financistas de millonarias campañas presidenciales aseguran la victoria marketera de los políticos a cambio de que estos defiendan sus gigantescas transnacionales -e intereses- cuando lleguen al poder.

El mar peruano está siendo saqueado por los extranjeros de una manera vergonzosa y hace mucho tiempo. Desde que estalló la revolución industrial, hemos tenido un insostenible ritmo de matanza de la vida marina de manera descontrolada. Por supuesto, los impuestos que dejan estas actividades económicas son muy beneficiosos para el país, recursos naturales son recursos naturales, ¿no?

Pues, esto es diferente a la minería o a cualquier otra actividad económica extractiva. No se están llevando cantidades de oro ni de minerales ni de petróleo ni ningún tipo de hidrocarburos. El negocio de estas grandes entes es el genocidio -de peces, claro-. Si los peces cuentan como vida y si te indignas por la matanza de toros, por el maltrato a los perritos, gatitos y te sientes acongojado por la matanza indiscriminada de especies como osos polares, cocodrilos, tigres, etc. Entonces, debes indignarte por este motivo. El fallo de La Haya no pretende darnos soberanía, no nos hace más o menos peruanos un pedazo de mar, sea cual sea el fallo, los beneficiados serán extranjeros que han venido a matar y a lucrar con la muerte.

Ese mar no es nuestro, no tenemos derecho a asesinar de manera tan masiva. No podemos comparar la pesca artesanal que satisface la necesidad del menú diario con esta grotesca matanza que engorda a los más ricos del planeta, amarrados con gobiernos oscuros que les permiten cerrar el círculo de muerte.

Ese mar no es nuestro porque no vivimos allí. No te vas a bañar en las 200 millas. Ese mar no es nuestro ni de los chilenos. Respetemos las formas de vida, seamos ciudadanos del mundo, bajémosle el tono a los sentimentalismos chauvinistas y recordemos que los límites y fronteras se crearon para favorecer a quienes no se mancharán las manos por defenderlas.

El mar es de los peces, dejémoslos en paz.

martes, 21 de enero de 2014

Hache Dos O

Un fresco refresco
Una sombra que asombra
Una luz a contraluz
La transparencia de su esencia
El beso sin sabor que sabe bien
Fruto de los nevados
Un contenido incontenible
De pureza soluble
Un silencio que no calla
En las caidas a las riveras
Suaves, tormentosas, miniaturas
Solaz, un susurro, ulular
Risas de niños
Juegos sencillos
Un cantar, picnic, sol
Campiña, reunión y canción
El molino monótono
Cadencia en su danza
Fuerza en cada nodo
Rueda rodante, vas
Un pozo rebozante
De bajadas y subidas
Fuente de historias
De aventuras domésticas
Lugares sin fin
Luz de luna
Canción de cuna
Destino baladí
Lluvia, no te derritas
Horizonte, no te acerques
Llevame al mar
A vivir, a nadar, a llover otra vez

lunes, 20 de enero de 2014

La tapa abierta

Las ramas se mecían de un lado a otro, fuertes gotas de lluvia impactaban la tierra y una mujer caminaba a tumbos por el camino en subida. El avance era bastante trabajoso, pero los metros se acortaban hasta llegar a la puerta de madera que separaba su mundo del mundo exterior.

En ese tiempo llegaba el otoño, lleno de días grises y hojas caídas, como verdugo de la naturaleza empezaba a azotar con sus vientos a cuanto árbol había en pie. Pero en su mundo el calor del fuego revivía sus latidos, y llenaba de color su rostro, y cruelmente a la par traía consigo recuerdos, recuerdos que había logrado cubrir con cicatrices de años.

Pero las cicatrices se descubrieron y esos días,los que pasaba por alto, volvieron. Abrió la tapa del pequeño reloj dorado, dentro del cual se hallaba un retrato y al mismo tiempo tomó su labor. Se escapó del mundo hacia alguno pasado y sus labios balbucearon relexiones sin ilación.

No había un sentido exacto en sus meditaciones, tampoco habían más arcoíris en su vida, no había más verde que la esperanzara en un pronto regreso a aquellos días del pasado. Sólo estaban el fuego, su labor, aquel reloj inútil y las hojas que la llamaban a la ventana. No habían siquiera cartas que anunciaran un retorno esperado. Su mundo y el exterior se hacían más distantes y, en tanto, parecía querer aferrarse a uno inexistente.

No había dejado su labor, pero tejía con la mirada perdida, y con el mismo vacío. Los recuerdos entonces rodaron por sus mejillas hasta morir cerca de sus labios, creyó verlo junto a la puerta pero no había nadie. Entonces suspiró una vez más... sólo una vez más.