Las
manecillas apuntan sin generosidad ni piedad hacia el extremo que indica en
dónde estamos justo ahora, en qué parte de la infinita línea del tiempo nos
estamos ubicando, avanzando sin detenernos siempre hacia adelante y así como
avanzamos en la inacabable pista, así y a ese ritmo, la manecilla gira en
sentido circular. El tiempo jamás se detiene. El tiempo solo tiene un sentido:
hacia adelante. El tiempo no varía jamás su ritmo, es constante. Hasta donde el
hombre puede entender, el tiempo no tiene un límite ni en su principio ni en su
final.
Si
hay algo que siempre existirá, que siempre correrá a la misma velocidad y en la
única dirección posible, ese es el tiempo.
El
tiempo nos supera, nos excede, nos traspasa; aún si tu conciencia dejara de
existir en este momento, el tiempo seguirá en su ritmo único y perenne,
contigo, sin ti, a pesar de ti, de nosotros, de todos, de ninguno. El tiempo es
una de esas cosas que la sabiduría humana no puede entender porque Dios así lo
dispuso, entonces solo hemos sistematizado su recorrido en la inexactitud más
útil: el calendario. Así, el año se subdivide en 12 meses, pero a su vez, en
365 días (sin contar el bisiesto, que sirve para ajustar la inexactitud pese a
que no la ajusta del todo perfecto), cada día consta de 24 horas, cada hora de
60 minutos y cada minuto de 60 segundos. Existen más compartimentos superiores
e inferiores, pero estos son los más habitualmente utilizados por su
cotidianidad y facilidad.
Una
persona puede no saber dónde vive, puede carecer de la capacidad
lecto-escritora, pero siempre sabrá cuándo es de mañana, cuándo es de noche,
cuándo ha sido ayer y cuándo será mañana. Dios nos dio la capacidad de
convertir el tiempo en un recurso ya que, sin entenderlo, podemos utilizarlo, o
más bien regirnos a él para distribuir nuestra línea de vida de la mejor manera
para poder cumplir siempre las metas propuestas.
Entonces,
es incierto que el tiempo es limitado, escaso, retractándome así de lo
expresado en la editorial del día lunes de esta semana. Lo limitado, lo escaso
es el espacio que ocupa nuestra existencia en la infinita línea del tiempo. Si
vivieras setenta años, ese es tu espacio del que dispones y debes administrar
cada parte de ese espacio de la mejor manera, pues luego estarás muerto y no
podrás hacer nada más. Si te toca cinco años de carrera, simultáneos a cinco
años de tu juventud, debes subdividir el tu existencia de tal modo que no se te
escape hacer nada. Cada vez que retrasas algo, corres las metas trazadas hacia adelante
de modo que se salen del límite de tu vida, el tiempo seguirá, pero ya no
podrás realizar nada porque muerto nada eres capaz de hacer.
Tu
vida es valiosa y puedes hacer todo lo que te has propuesto. Y es posible que
no me hayas entendido nada, si ese es el caso, tranquilo, tranquila. Dios sí
comprende el tiempo porque el tiempo fue creado también por Él. Nada se ha
escapado de Sus Manos y Él nos promete que hay tiempo para todo. No sería mala
idea dedicarle su espacio a Él día a día para que Él, Creador del tiempo, pueda
disponer de tu vida de tal modo que en el tiempo en el que te has situado
puedas cumplir con los objetivos y metas que te has propuesto, siempre
armonizados con la Voluntad de Quien también te creó a ti.