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Un blog diferente.

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viernes, 23 de agosto de 2013

Pequeñeces.

¿Será algo pequeño la mirada de un niño que se alza refulgente y pícara, escondiendo el candor de su genuina inocencia?
¿Tal vez el sonido que se mezcla del intrépido viento al juguetear con las secas hojas?
¿Se toma por insignificante el envolvente calor del tierno beso que una madre deposita con suavidad y protección eterna en la frente?
 ¿Las vibrantes notas del llanto de un bebé al nacer?
¿Y que diremos de los armonizantes colores de una perfumada e indefensa flor?
¿No tomamos como grandeza la libertad de deslizar los brazos al cielo?
¿Sin sentido el agolpar que se produce en el pecho, el incesante latir del corazón?
¿Minúscula la mano que te ofrece ayuda?
¿Una trivialidad el cantar de las aves?
¿Poder respirar?
¿Cerrar los ojos, contado por pequeñez, ante un apasionado y tierno beso? ¿Podrá ser nadería la sonrisa fresca y vigorizante de aquel que ama sonreír?

¿Amar?, ¿besar?, ¿reír?, ¿vivir?

Pequeñeces, pequeñeces, ¿será que el mundo está compuesto por ellas? ¿Pequeño todo o pequeño nada? Empequeñecido es mi razonamiento, creyendo por un falaz momento, que tanta maravilla que suena a cuento, puede ser considerado como pequeño.

jueves, 22 de agosto de 2013

La nuit

     Noche. Musa de escritores por aquí y por allá. No sólo de ellos, sino también de pintores, músicos, artesanos. ¿Quién no ha escuchado un Nocturne de Chopin o el Clair de lune de Debussy?, ¿quién no ha contemplado La noche estrellada de Van Gogh?
    En el cielo de Lima  puede ser que no se divisen estrellas a menudo y que durante temporadas completas una película gris no deje ver la oscuridad majestuosa del cielo nocturno. Esa es la escena del invierno, la escena de turno.
    Cuando llegó la temporada de otoño se nos cayeron las hojas y no hemos sido capaces de recomponernos hasta esta semana. Algunos vienen de colores, otros con información, otros con historias y yo con mi noche. No digo "mi noche" porque sea propietario de ella, sino que me refiero a mi manera de ver la noche. Recordar tal vez fragmentos de poesía, porque encontré un cuaderno empolvado y viejo. Acordarme de poetas, aficionados de secundaria, musas y noches en vela. Entonces la noche me mira como tantas veces. Me sonríe, me acaricia con su brisa gélida y una vez más le canto, le canto algunos de esos versos que yacían olvidados en el cuadernillo empolvado.

Llevo conmigo las hojas amarillentas, escritas con lápiz y borroneadas por el tiempo. Entre ellas un poema se asoma, uno de esos de secundaria a los que nunca puse título y que llevaba los siguientes versos...
Sobre una cama desnuda, ante el frío nocturno,
descansa el libro gris de la caja ósea
con doscientas páginas de versos y cien de prosas
escritas con artificiales letras de color negro;
sobre el mar de cielos grises, muy obscuros,
flotan ideas, flores violetas y rosas
que se mezclan en una ilusión pastosa,
que nacen y crecen alimentadas por los sueños;
casas y sombras de aspecto bruno dejan
brillar las velas, centellas fulgurosas,
que incandescentes se mecen sobre olas
de las que los vientos nocturnos son dueños;
pastos se llenan de verde, ensombrecidos,
rocío, que cae fresco, de vivas gotas
baña el alba mientras los cirros lloran,
pero ellos son amigos del río y del mar, compañeros pasajeros.

     Nadie ha despertado aún. He vuelto al barranco a observar el solitario mar, mientras que ella (la nuit) se va... 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Sabor y sonido.


Te acariciaba la voz desde que esa noche de verano te escuché
por primera vez.
Mis oídos trenzaron las fibras del sonido de
tu voz
una y otra vez. Casi adicto al sonido de mi terrenal salvación,
inmerso en el deseo insaciable,
tu dulce voz es como miel,
desde esa noche de verano.
El primer día de este año fue el primer día de mi vida,
de esta historia,
nuestra historia,
la de los dos,
nuestra historia, esa en la que día a día me enredo probando del manjar
de tu voz.
Erre, de, ce. Tu voz, mi bendición,
delicadas notas de la más deliciosa canción.



martes, 20 de agosto de 2013

Historia de un convicto.

 Nací lejos de la ciudad. Desde pequeño me dijeron que mi misión en la vida era dar alegría a los humanos, me convencieron que mientras crecía iba respirando más 'dióxido de carbono' y exhalando "oxígeno" para que los humanos lo puedan respirar y seguir sonriendo. Me sentía encaminado y con muchas ganas de salir adelante ayudando a los humanos a llevar una vida mejor. Aunque en algunos paseos que daba por la granja, mis ánimos se perdían pues me daba cuenta que algunos mayores de mi especie tenían sus hojas mas oscuras que las mías y suponían que su destino iba a ser que los llevaran a la cabaña. Aquel lugar de donde nadie de nosotros regresaba. Los veía tristes y melancólicos, otros enojados. Y me prometí nunca ser como ellos. 

 Después de muchos años, no cumplí la promesa. Eran tantos años que había pasado viviendo en la granja que no sabía mucho sobre la felicidad de los humanos ni de mis sueños de darles alegría. Mis hojas se oscurecieron y me llevaron a la cabaña. Allí sufrí mucho. Es un lugar horrible donde te quitan las raíces y ponen a secar tus hojas. Hubieron muchos días soleados y muchas noches frías que lastimaron mis hojas y me volví marrón, demacrado y amargado. 

 Después de haberme secado, me hicieron trizas y me envolvieron en papel. Uno de los humanos que me envolvió dijo: ahora tal vez puedas alegrar a alguien. 

 No podía dar crédito a lo que había escuchado. ¿Sería verdad? Finalmente después de tanto sufrir iba a cumplir mi misión. Tenía que estar preparado para cualquier cosa. Unos amigos vinieron conmigo y, aunque incómodo, nuestro viaje duró un día, luego nos pusieron en la vitrina de una tienda. Desde allí podíamos ver a muchos humanos caminando y observándonos. Poco a poco nos fueron llevando, día tras día íbamos quedando menos. No sabíamos qué sería de nosotros. Algunos iban felices, pues aquel hombre que los llevaba parecía famoso; otros, un poco tristes, pues venían jóvenes, algunas veces adolescentes, que aún no mudaban su rostro de niños. 

 El día se acercaba. Ya estaba pronto a ser llevado por un humano y al fin mi propósito se cumpliría. Mientras tanto mis compañeros de lugar se preguntaban, al igual que yo, cuándo llegaría su momento, el de ser recogidos. 

 El 31 de mayo fue un día soleado. Ese día, un hombre delgado con la voz ronca y aguda, casi inaudible, llegó a la tienda veloz y le dijo algo al que atendía. Estaba muy apurado pues puso el dinero en la mesa y ni bien el señor que atendía tocó mi espalda, el señor apurado me quitó de sus manos y me llevó afuera de la tienda casi corriendo. Miró a todos lados y caminó hacia un callejón a la vuelta de la esquina. El momento parecía el indicado para darle felicidad, el sujeto parecía delgado y ojeroso, además de que tenía un color amarillento. 

 Me extrajo de la caja donde estaba, me sentí libre. Me cogió en sus dedos largos y prendió con fuego un extremo de mí. Sentía que ardía, era un dolor muy intenso e insoportable. Era imposible que ese sujeto me estuviera quemando a propósito, yo no le había causado ningún daño. A pesar de mi dolor mientras me iba quemando, observé una extraña tranquilidad en el sujeto. Me tenía entre sus dedos largos de los cuales sobresalían unas venas negrísimas. Mi cuerpo se fue desvaneciendo con mis cenizas. Sentía que me iba descomponiendo en muchas partes, por un lado me hacía humo, por el otro sentía que me absorbían hacia un conducto oscuro, frío. 

 Una parte de mí, la que se estaba haciendo humo, ingresaba por las fosas nasales del sujeto y era transportado hacia su cerebro. Allí, mis restos iban afectando sus neuronas, algunas estaban acostumbradas a recibir restos de plantas quemadas como yo. Algunos rastros se parecían a los de mis amigos que compartieron conmigo la vitrina de aquella tienda. Por otro lado era trasportado al interior del cuerpo del individuo. Algunas cavidades parecidas a un conducto frío donde entraba y salía un viento potente, llegué rápidamente a la tráquea, ahí vi más claramente el daño que le habían causado mis compañeros de vitrina a aquel ser humano, las paredes de aquel lugar estaban rasgadas, dañadas, al límite de lo que podían soportar. Comprendí por qué su voz era ronca, ligera y aguda, casi inaudible. Seguí siendo transportado y me encontré con unos señores que se llamaban 'alvéolos'. Me vieron con tristeza, como si se tratara de un enemigo. Les pregunté qué pasaba, ellos me dijeron que hace mucho tiempo el sujeto se había olvidado de ellos, que yo no debería estar ahí sino otro señor llamado 'oxígeno' porque una vez que hacían el cambio con 'dióxido de carbono' ellos estarían purificando el cuerpo humano. Pero conmigo eso no iba a poder ser así porque mi composición era otra y no servía para el ser humano. 

 Fueron sinceros, pero el hecho de que no reconozcan mi trabajo me molestó mucho. ¿Cómo era posible que el sujeto me ingiriera sabiendo que yo no servía para su cuerpo, incluso que le estaba haciendo daño? Me parecía muy irresponsable, empezando por aquellas personas que me dejaron al sol durante semanas para que mis hojas perdieran color, adicionando al señor que nos llevó de viaje, aquel otro que nos tenía en la vitrina y por último el sujeto que me quemó con fuego y me ingirió sabiendo que todo lo que yo era no le daría felicidad, solo una ilusión de tranquilidad que produce la 'nicotina' al llegar a su cerebro, pero que en sus pulmones y en la sangre estaría destruyendo sus tejidos y la función de su cuerpo. Se estaba, simplemente, matando. 

 Me enojé y me introduje en su torrente sanguíneo y luego al llegar a su corazón ahogué las pocas células de oxígeno que quedaban. Me encontré, saliendo de nuevo hacia la tráquea, con 'cáncer', que estaba allí hace mucho tiempo, pero que el sujeto no se había dado cuenta. 

 Se veía horrible, era una masa deforme que se enquistaba en los tejidos y destruía todo a su paso, me dijo que me uniera a su equipo. Que ya faltaba poco. ¿Faltaba poco? ¿Para qué?. Ya verás - contestó. Me uní a aquella masa deforme y poco a poco sentí que el sujeto sentía que todo se nublaba y caía al piso por un súbito dolor de cabeza. 'Cáncer' en su extensión se iba riendo, como lo hacen los villanos en las películas. Todas sus ramificaciones se llenaron de risas maléficas. Poco a poco la vida del sujeto se fue desvaneciendo tanto como el humo que inhalaba cuando me convertía en cenizas. 

 Y todo acabó. Con solo una (última) vez más. 

 *** 

 Por cada 15 cigarrillos fumados se produce una mutación en el código genético del tejido pulmonar, la principal causa de formación de cáncer de pulmón. ¿Qué esperas para dejar de fumar?

lunes, 19 de agosto de 2013

El espectador

     Un mundo fantástico se extiende, se desenrolla, como una alfombra verde con charcos azules anegados de gotas frescas, alagado. Pequeñas y frágiles avecillas, palomas, revolotean jugando, seduciéndose o escapando del peligro. Cercado por ladrillos, desnudo, con un par de hojas y una flor roja a punto de caerse, está el casi árbol frente a mi casa.
     Él es un espectador silencioso. Sólo observa, solo y sediento de afecto y agua. Sus brazos siempre levantados, como llamando a todos, como tratando de captar la atención de alguien que pueda darle una limosna húmeda. Trabajando incansablemente y elaborando su alimento para sobrevivir al ambiente contaminado, nunca se sienta, nunca descansa. Ha escuchado, hace unos días, que el agua se acabará. No lo cree, para él ya se acabó. Ha oído que el clima está cambiante por la contaminación. Sí lo cree, apenas puede respirar por el smog. Envidia la suerte de los que están cerca al mar: ellos no reciben golpes de pelotas en los brazos; no tienen que absorber el alcohol, ni los desechos, ni el humo de los cigarros y carros; no tienen que esperar la ayuda de alguien..., alguna gota de agua.

     Lo encontraron recostado en la vereda hace poco. No dejó nota alguna. Fue arrancado de su pedazo de tierra y luego llevado a ese lugar del cual nunca vuelven.