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Un blog diferente.

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jueves, 11 de septiembre de 2014

Knight

He cambiado de posición.
Como una ficha de ajedrez en un mundo cuadriculado.
Metáforas sobran; formas de decirlo, abundan.
Puedo ponerle "comas" a la vida y "puntos" a cada momento.
Puedo encerrar lo que digo y lo que pienso, en un baúl de olvidos.
Puedo tirar al mar lo que oigo, entre sueños, entre noches.
Puedo dejar descolgado el teléfono, mientras la noche se llena de ausencia.
La variante sigue siendo la misma.
La ecuación es  distinta.
Corren roedores alrededor de las fichas.
Todos podemos cambiar.

Y si tus palabras no eran para mí y eran para un fantasma.
Alivio.
Unas velas se han encendido dentro de esta habitación iluminada.
Alivio y culpa.
Llueven los abrazos y los besos y nuestras miradas culpables nos delatan.
Pero nadie sabe interpretarlas.
Soy una ficha que ha cambiado de posición.
Entre dos reinas y al alcance de un peón.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Fuego.

Cuando se pone así, es insufrible. El metal en ese punto de calor puede partir tus huesos como si fueran tiza y nada pasa en vano, duele. Y la verdad es que duele bastante, más que nada, compañerito.
Pero, si duele tanto, ¿por qué lo han hecho así? No entiendo. Ese procedimiento solo puede tener una finalidad y es la de torturarnos. ¿O no?
No, compañerito, te equivocas profundamente. Tú eres muy joven aún para entenderlo. A la edad que tú tienes todo es tan simple, tan fácil. Mientras más chiquillo, más irresponsable con tus pensamientos, peor con tus palabras. Por eso dices sandeces.
El procedimiento tiene la finalidad de volvernos más fuertes. Por eso nunca hay que esperar a que llegue a estar tan caliente, eso es ilógico. No solo te harás más fuerte; te vas a hacer más rápido.
Y, ¿para qué? ¿Para qué debemos ser más fuertes y, de pronto, más rápidos? Dime tú, compañero, ¿para qué
¡¿Cómo que para qué?! Pues para que puedas sobrevivir. Para que luego no estés dando pena. Deberías agradecer al gobierno y no cuestionarlo.
El gobierno nos pone en una situación contra la pared. Nos da violencia y nos vuelve violentos para defendernos de lo que ellos mismos nos ocasionan.
Y, te has puesto a pensar, cumpita, ¿por qué ellos que tienen todo el poder y encima nos cuidan, quisieran tenernos asustados a todos?, ¿para qué? Si ellos son más fuertes...
Te equivocas, compañero, te equivocas mucho. Nosotros somos más fuertes porque somos más.
Ni siquiera has pasado la prueba del fuego y dices que eres fuerte. ¡Más que ellos, encima! Qué risa me das compañerito.
El fuego que te ponen, el metal caliente no te hace más fuerte. Te mantiene a su merced, a su expectativa. Te vuelve dependiente porque son ellos quienes administran ese terror. Te ponen fuego para debilitarte, para que te sepas inferior en todo sentido, para que no digas nada, para embrutecerte. Y te ponen en un medio adverso para que no tengas a dónde ir, para que mueras en el intento. Ellos no te cuidan, ellos nos condenan.
Estás pensando mucho, compañerito. Los chicos a tu edad están mirando televisión, están enamorándose, quizás reproduciéndose, los demás compañeritos están en pos de una moda. Sigue la tendencia, compañerito, no vaya a ser que te pongan el fierro más caliente y te mueras.

Ya no. Seguro alguien en alguna parte está pensando como yo. Y quizás somos algunos los incómodos. Y quizás hemos despertado y, quizás, esto se acabó. Pero no voy a esperar a que una duda se resuelva sola. Prefiero el fuego extremo que me mate de una a vivir quemado por años, que me maten por partes y me arranquen las esperanzas. Como no quiero quedar como tú, elijo ser diferente, muy a pesar de cualquier fuego.

martes, 9 de septiembre de 2014

Nieve

Los ojos en el cielo
La ventana, una cortina
Lluvia silenciosa
Recuerdos en la superficie
El latido del recuerdo
Un esfuerzo irrefrenable
Te extraño y guardo
Tu voz en mi memoria
El viento trae tu risa
"Te abrazaré, aferrado"
La nieve no acabará
Calidez para sobrevivir
Te miro a través del papel
Encuentro tu fotografía
Escondida en la primera página
Un bebé llevado en hombros
El río camina
Al paso que fuimos
Los tropiezos y las escalas
Paso a paso, te amo
Luna de luz
Lluvia de ritmo
Arco iris de color
Amor de dos
Sierra no cierres
Tus caminos sinuosos
El sol llegará
Y tus campos verdes volverán
Yo, fotógrafo documental
Ella, antropóloga en esencia
Yo, viendo rostros
Ella, interpretando gestos
Cruzando voces
Escuchando inquietudes
"Nos conocemos de años
Sin habernos visto"
Llegamos al cielo
Iluminado de estrellas
Una tinta sobre los labios
Intenta respirar conmigo
Una vida juntos
Un hijo
Una nuera
Un nieto
Lo siento
Tuve que viajar antes
Mientras nuestro hijo
Aún soñaba
Vivo contigo
A través de ti
La nieve no acabará
Calidez para sobrevivir
Pronto nos encontraremos
"Tranquila, yo te espero"
Aún falta
Algo por hacer
Tu sueño
Sueño compartido
Complice, comigo
Nuestro sueño cumplido

domingo, 7 de septiembre de 2014

IV. La página negra

Tras dejar las maletas en el vestíbulo, Miguel indicó a su hermana cómo pensaba disponer de las habitaciones y le dio a elegir una. Para ello no tardó más de diez minutos, y tras ese lapso se encerró en su dormitorio.
La habitación era amplia. La cama consistía en un colchón puesto sobre un esqueleto de cemento trabajado artísticamente, y una decoración muy ingeniosa, que quizá al verla uno podría pensar que se trataba de un lujo sumamente costoso. El lado izquierdo de la cama estaba casi empotrado en la pared y medio metro más arriba había espacios ahuecados en forma cuadrangular que guardaban ciertos objetos y algún libro que otro. Pasando la vista de la cama hacia la ventana era inevitable prestar atención a sus libreros, muy ordenados, que encerraban gran cantidad de libros de diferentes temas, aunque llamaban mucho la atención obras de la literatura peruana y universal, puestobque eran los mas abundantes. Con leer los títulos, sin necesidad de más, uno sentíase escuchando una clase de literatura, con aquel profesor apasionado por el arte, recitando a conocidos autores y grandes obras. Pasaban por los ojos Moliere, Víctor Hugo, Tolstoi, Dickens, Kafka, Dumas, Neruda, Becquer, Machado, Witthman, La generación perdida en su totalidad, entre otros que harían la lista muy larga. Habían también tomos de enciclopedias, libros de cocina, ciencias de todos los tipos, historia, entre otros que ya habían perdido el título con el desgaste que traen los años. Era en sí, una biblioteca muy bien abastecida, y la mayoría de estos libros parecían haber sido devorados una o dos veces. Si revisabamos, en ese momento, el cuarto, de canto a canto nos íbamos a encontrar con muchos más objetos que nos harían imaginar que Miguel era uno de esos que viven de lo que el arte les puede ofrecer. Pero dejaré esa descripción para más adelante cuando el la situación lo amerite.
En ese momento, él se encontraba recostado de lado y en una postura incómoda. El libro en la mano, abierto y con las hojas tendidas de la manera particular en que lo hacen cuando uno escudriña las profundidades de un libro. Sus ojos absortos se perdieron en la lectura e hubiese estado en aquella postura y estado de concentración por horas si no hubiese llamado a la puerta su hermana. Dejó el libro abierto sobre la cama, metió sus pies en unas pantuflas que tenía debajo de ella y salió a atender el llamado.
Las horas habían transcurrido veloces y la noche llegaba a sus doce. Las calles de la ciudad habían quedado sin almas que quizá, las sombras que rondaban algunas calles eran de penitentes o ladronzuelos inexpertos.
Miguel y su hermana se miraban fijamente. Miguel tan sereno y poco comunicativo acababa de despachar a un hombre que llevaba un sobretodo gris muy oscuro, y se había presentado como Ron Marrón. Aquél hombre de barbas y cabellos castaños dijo que tenía algo importante que hacer y que no podría explicarle muy bien "aquel asunto". La pequeña conversación que entablaron pareció llevar consigo el recuerdo de alguna historia desnutrida, que tenía cierto rezago en la "página negra".
Tras la despedida de aquel hombre extraño y del que aún no sabemos mucho pero que es importante saberlo, Miguel regresó a su dormitorio y cerró la puerta tras sí. El ligero frío del otoño penetraba por las ventanas abiertas de par en par, pero parecía no importarle a él. No parecía molesto y quizá eso encerraba una alerta mayor, pero que el tiempo podía solucionar. Se dirigió a su cama, cerró el libro que yacía sobre su cama, lo dejó en un lugar inespecífico y se metió en su pijama de rayas grises y blancas. Su hermana apareció en la puerta, tocando suavemente como si temiese que ya hubiese quedado dormido. Miguel abrió la puerta bruscamente y se encontró muy cerca del rostro de su ella que llevaba una pequeña bandeja con una taza que contenía lo que parecía ser manzanilla.
- ¿Olvidé desearte buenas noches? Lo siento. Pero espero que no me pidas que te cuente un cuento- dijo Miguel, dejando que una sonrisa se dibuje en su rostro, una sonrisa a medias.
- No. Para eso ya habrá oportunidad. Toma, una manzanilla le dará algo de felicidad a tu noche- dijo la muchacha entregandole la bandeja y haciendo el ademán de retirarse- Descansa muy bien. Y no ronques.
- Yo no ronco.
- Ese secreto te lo guardaré - Sonrió de esa forma tan diferente a la de él y se fue tarareando alguna canción que acaso había inventado en ese momento.
Tras tomarse la manzanilla, Miguel se envolvió en sus sábanas y quedó profundamente dormido al intante. Las luces se apagaron en casi toda la casa, excepto en el patio por cuestión de seguridad pues era la única vía de entrada para algún inescrupuloso ladrón, que si bien eran escasos y usualmente tan torpes o poco ingeniosos que realizaban sólo pequeños robos, valía la pena ser precavido. El silencio comenzó su intento de reinado contra los ruidos que débilmente emitía la naturaleza y los habitantes de la zona se entregaron plácidamente a las horas de descanso y sueños.

Vnto