he regresado.
Nada cuenta ahora, más que la presencia de nuestros sueños, vivos y frescos, que se van con la noche a pasear el tiempo que dure el amor (quizá siempre).
Bajo las verdades que aún quedan, las mentiras aún flotan y, alrededor nuestro, se revitalizan cuando ocultas la mirada, cuando ese pedazo de sol que brilla los trescientos sesenta y cinco días del año se derrite y se decanta en pequeñas gotas bajo las cuales un beso ilumina la noche. Y dejamos la música sonar...
Espero no sea tarde, espero que el vagón de ese tren que nos separó alguna vez siga esperando por nosotros. Espero, también, que este frío que congela las almas desnudas de hoy, se aleje de nuestros corazones, y que surjan nuevamente las preguntas, aquellas sensatas damas que alguna vez dieron brillo a las hojas de un otoño como el mío. Que desaparezcan los miedos, que la cera se derrita y deje ver lo que hay bajo ella...
Así.
He prometido muchas cosas que al final no importan realmente y cuando camino a través del rojo de los ocasos, kilómetros de lucidez, me pregunto en qué me he convertido y qué es lo que hecho. La incertidumbre ronda la existencia de aquel otro yo que quizá es diferente, que quizá es mejor, que quizá es una persona y no un producto de tinta, amnesia y soledad.
Porque yo no quiero estar, más, encerrado en una cárcel de tinta, ni estar atado a un destino de unas cuantas páginas. Quiero que mi corazón de color lata tan fuerte como sea posible, que haga fuego de cenizas y remonte el vuelo como halcón... quiero llenar páginas de poesía para vivir en una mirada y morir en un beso.
Un ratito...
Violeta, es el color del cielo ahora. Las frases de tu alma se han reflejado en las mías: he sido feliz un instante. ¿Pero cuánto dura un instante?
Un reflejo en el espejo dice que no dura nada, las líneas marcadas en las manos hablan de instantes largos de utilidad, la mente trae al recuerdo paseos en bicicleta y así el tiempo se mide en "imperfecto". Y así te conviertes en mi tiempo. Noto que eres mi presente imperfecto y mi futuro imposible.
Porque el suelo no se movió más pero así perdí el equilibrio. Y la noche quedó, romántica como siempre, terca como nunca; y los sueños, las mentiras, mis anhelos de vida, los instantes entre tú y yo, se reducen a lo mismo: un sueño.
Bumbuki