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Un blog diferente.

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viernes, 17 de enero de 2014

El Escritor

— ¡Ay viejo!, el libro que tú escribiste.
Su mirada denotaba asombro y ocultaba el candor de un infante.

— ¿Yo escribí un libro? —murmuró.

—Escribiste muchos —dijo aquella mujer de tez blanca tan parecida a la nieve, sus mejillas albergaban un suave color carmesí—. Todos te admiraban y respetaban, eras muy famoso —argumentó con orgullo. Una pícara sonrisa dejó ver sus dientes —. Nunca faltó una que otra atrevida… pero siempre las puse en su lugar —una carcajada inundó la sala, el encanecido hombre sonrió con suavidad al oírla y tomó asiento en un cómodo sillón anhelando escuchar más de aquel cuento.

El pitido de la tetera provocó que la alegre dama fuera a la cocina.
Una foto colgada en la pared captó la atención del señor, estaba enmarcada hermosamente con madera y de muy fina calidad, pasó sus dedos e inhalando el cuadro suspiró tranquilo.
La fotografía rememoraba las nupcias de una enamorada pareja. Se llevó la mano a su áspero rostro y palpando el lunar que reposaba en su pómulo izquierdo supo que el feliz joven de la foto era él, pero, ¿quién era la bella señorita a quien abrazaba amorosamente? Oír un nombre lo hizo girar sobre sus talones.
Era extraño, no recordaba llamarse así, pero todo en el ambiente le sabía tan familiar.

—Aquí tienes, querido, con cuidado que está caliente.
El anciano hombre recibió la taza y atreviéndose a sorber un poco del contenido, descubrió el gusto por aquella bebida.

— ¿Cómo sabes que me gusta el chocolate? - Preguntó con inocencia, ella hizo una mueca alegre y alzando los hombros respondió.

—Oh yo sé muchas cosas sobre ti —espetó, y de pronto la tristeza invadió su rostro—. ¿Quieres que leamos uno de tus libros? —le consultó.

—Si yo escribí muchos libros, ¿por qué no lo recuerdo? - La bella dama se acercó y tocando su brazo le sonrió con serenidad.

—Los mejores escritores, dedican toda una vida a plasmar sus ideas en papel, a contar sus aventuras e intenciones más ocultas… vierten parte de su alma en cada página escrita. A ti te pasó aquello. Te entregabas a ti mismo cuando escribías. Y ahora no recuerdas lo que la tinta se encargó de inmortalizar. 

jueves, 16 de enero de 2014

El tren que nos separa

El tren avanza a una velocidad casi constante, el cielo clarea. No hay mucha gente en las calles ni hay muchos testigos en el tren.
Estamos sentados los dos juntos y hablamos sobre algún tema inespecífico. Ella toma mi mano de vez en cuando con cariño y me mira y ríe. Parecemos dos niños jugando al amor, parecemos dos locos hablando sobre la vida.

Pero ella es mi mundo, se está convirtiendo en él. Y en silencio a veces le digo las cosas que el temor reprime, entonces ella me sonríe y me pregunta si estoy bien, si tengo fiebre, y vuelve a reír. Solamente sonrío y la amo más...

Los paraderos pasan uno tras otro, ella recuesta su cabeza sobre mi hombro, y pretendo estar muy tranquilo, pero desvarío y si hablase en ese momento ella lo notaría al instante. Sin embargo, yo sé lo que ella sabe, pero no creo que lo imagine. Pues ambos seguimos de alguna manera errantes: Ella quiere conocer el amor y yo creo conocerlo en teoría aunque realmente poco sé.

Sus cariños llegan como la lluvia, en el momento en que la naturaleza los considera oportunos, y se me muestra clara y me pregunta los porqués de la vida y yo no respondo. Me quedo callado aunque quisiera decirle mucho, tanto, que ella no imagina lo que yo imagino cuando la veo sonreírme de esa manera.

En algún momento tengo que bajar del tren. Camino solo: ella no vendrá conmigo. Sonríe, me abraza y me alejo sin voltear. Y el día avanza, pero cómo quisiera que ese momento fuera eterno. Cómo quisiera que conozca el amor conmigo aunque sea en teoría y no con él...

miércoles, 15 de enero de 2014

La Maga

Supongo que la Maga de Cortázar es la Flaca de Calamaro, de Jarabe de Palo; la Maga es como ella y esas diferentes féminas que nacen al azar cada cierto tiempo para encantar a los varones más rígidos y contagiarles su locura. Y así volver más felices a todos.

La Maga también estuvo en Miraflores esa vez. Y yo fui con ella, fue un cóctel de risas y anécdotas, confesiones y una pizca delicada de sinvergüencería lo que nos bebimos hasta quedar envueltos en nuestro pasado común que nos restregaba en la cara que hagamos lo que hagamos, nunca seríamos el uno para el otro, pero que tampoco existíamos para ser felices sin nuestras compañías. No estábamos enamorados, nunca lo estuvimos. Nos deseábamos como se desea una fruta detrás del mostrador, como una manzana jugosa, helada que reposa brillante detrás del vidrio que la separa del calor veraniego de afuera; muy deseada, pero intocable. Claro, ni modo que te atrevas.

Y si te atreves, la haces linda.

Pero hacerla linda no siempre es lo mejor, ni siquiera es lo debido. Y en la limeñísima y muy debida sociedad que nos sonríe, muy hipócrita ella, lo debido no es lo hecho, es lo enrostrado.

Hagamos lo indebido y vistámonos de lo debido. Me provocó acaso decirle. Pero no, estaba la muchacha enrojecida y un poco disipada por el sabor a menta, muerta de risa, hablando tantas tonterías como le fuera posible a su creativa mente decir. El malecón, los postes, Larcomar, el puente, los puentes, los temblores, las rocas, el cielo, la luz, el amanecer, el anochecer, hasta el color de sus ojos, hasta que la quiero tanto que no puedo enamorarme de ella, hasta que es tan guapa, hasta que ojalá todo fuera diferente, hasta que su risa se le pase y mi asombro pase a la preocupación.

La Maga tiene el poder de descolocarme. Y por eso me encanta. Me encanta como encanta el café caliente, caliente. Me encanta, pero solo lo tomo en invierno. No es permanente, pero sí para siempre. Claro, no se ama el café, solo te encanta.

La Maga alista sus cosas en el hotel de la vuelta de Barranco, se va. Siempre se tiene que ir y algún día volver. Siempre tiene que volver y algún día volver a irse. No la espero, pero tampoco la ignoro. Va a tener un buen viaje, estoy seguro. En su próxima exposición de piezas artísticas va a presentar las esculturas de los sueños que ha tenido, dice que ha hecho una escultura de una bola redonda y plateada. Sí, no tiene sentido. 


No tiene sentido y por eso es la Maga y por eso me encanta.

martes, 14 de enero de 2014

Yuyanapaq

Primero de Noviembre del Dos Mil Once

Ayer, después de tanto tiempo me dí un tiempo para visitar el Museo de la Nación. Un lugar donde disfruto mucho, por el silencio y por la información que guarda dispuesta a ser atendida y aprehendida. Caminar como mínimo unas dos horas observando hitos que perduran en el tiempo para contar historias. Cerámicas, retablos, lienzos, libros, fotografías, cada objeto es importante para evocar memorias de historias que no conocimos.

Nací a fines de la década de los ochenta, recuerdo vagamente el terror que se vivía en el Perú por ese entonces, las noticias de atentados eran borrosas frente a programas de televisión en blanco y negro que intentaban alegrar al público ya mermado de llanto y dolor en la situación política y social que impedía al Perú desarrollarse en educación y en economía. Las conversaciones de preocupación de los adultos no era oculta, sin embargo el brillo de juguetes de plástico o de un algodón de azúcar hacían que mi atención se dispersara. Abrí mis ojos a la realidad peruana durante el gobierno de Fujimori, donde aparentemente las cosas estaban más estables. Sin embargo, las noticias en la televisión sobre atentados y luchas antiterroristas, la imagen de un hombre de barba con polo y pantalón a rayas detrás de unas rejas caminando de un lado a otro levantando la mano izquierda se habían quedado grabadas en mi memoria infantil y sabía de una situación difícil que tuvo que vivir el Perú. Recuerdo la historia que contaban mis padres sobre la travesía para regresar a casa, pues estabamos de viaje de vacaciones, qué tuvimos que hacer cuando el inti cambió a nuevo sol. 

Escuchar hablar a personas sobre el dolor de huir de sus tierras para llegar a Lima, escapando del terrorismo donde la mejor opción que podías tomar era quedar callado para que ni los miliares, ni los terroristas, te hagan algo. Fotos de personas haciendo colas para conseguir alimentos, toques de queda, juicios donde lo que menos se practicaba era la justicia, todo grabado como un mal sueño, borroso.

La exposición Yuyanapaq, me enseñó a valorar lo que realmente fue ese episodio de terror para el Perú y de los estragos que todavía se siguen sin solucionar en esta época. El inicio de la "guerra armada" se localizó mucho tiempo antes de que se declarara, como cualquier pleito las heridas se empiezan a marcar cuando los malentendidos y el desconocimiento de la total situación empujan a tomar decisiones erróneas, impulsadas por la emoción negativa de sentirse denigrado y buscar venganza. La brechas sociales que diferencian a una personas de otra hace que las emociones basadas en la frustración impiden el uso adecuado de la razón y el recurso próximo es la violencia. 

Eso pudo ser previsible, prevenible y evitable. Pero las cosas se dieron así, y lo mejor que podemos hacer ahora es aprender de ese doloroso pasado. Mi interés por el pasado político de mi país me llevó a conocer que se escribieron muchos testimonios de personas que vivieron en comunidades poco atendidas por el gobierno donde iniciaron ideologías radicales de izquierda que idealizaron un sociedad sin jerarquías aparentes. El dolor que produjeron sus impulsiones afectaron tanto al país que el número de víctimas ascendió a más de sesenta y nueve mil personas asesinadas en circunstancias de desesperación. Por un lado los terroristas no podian avanzar en la propagación de una idea, y por el otro los militares  tenían que acabar con la afrenta al estado, sin embargo en el centro estuvo el pueblo, los que menos protegidos estuvieron. Las víctimas están hasta ahora con el cargo de sus recuerdos imborrables, traumas mal procesados que afectan a sus descendientes, y generan familias con resentimiento, con miedo, con dificultades para crear soluciones positivas a su situación, con el deseo que las cosas sigan igual que antes estancándose en sus costumbres.

Las generaciones que llegan después de conflictos crean diferentes formas de afrontar su entorno, algunos deciden la autodefensa de sus propiedades, otros buscan la conquista de nuevos bienes, otros se refugian en su soledad y sufren en silencio, otros son indiferentes a su frustración y creen que nada sucedió, pocos son los que deciden aprender del pasado y trazarse metas que puedan desarrollar una sociedad de cooperación, responsabilidad y respeto, una sociedad donde se busque el bien común y se ponga de lado el egoísmo. 
Yuyanapaq insta a un esfuerzo conjunto que promueva el trabajo mancomunado de estado y pueblo para el desarrollo de políticas que afiancen un avance tolerante, progresivo, escalonado y sostenido entre la pluralidad de pobladores en nuestro país. Esto nos permitirá aprender de una forma madura y responsable a afrontar los grandes estragos que dejó esta guerra. Estemos listos a no olvidar, recordar y concretar un futuro mejor para la sociedad y las generaciones.

lunes, 13 de enero de 2014

Hola, 2014

Una vez más tengo que abrir la temporada.

Campo, playa, sol, libros, deportes, trabajos de medio tiempo, cursos de verano y más. Después de poco más de dos meses regreso a este espacio y no tengo ninguna idea. Figurativamente diría que la tinta se ha secado un poco y, aunque el tiempo de ausencia ha sido corto, algunos de nosotros sentimos que ha pasado una eternidad por delante.

Estamos frente a los primeros días del año (aunque este post tendrá fecha del 13). Nuevas metas, promesas, retos, desafíos.  Todos de alguna manera buscamos vivir un año más, cumplir objetivos, sentir que de alguna forma estamos viviendo de verdad. Pero en el camino probablemente la emoción de estos primeros días se vaya dispersando, las fuerzas se agoten y lleguemos a sentir que no lo lograremos. Se escuchará el típico: "El siguiente año lo cumpliré".

Entonces nuestros sueños se alejarán como un globo con helio, se perderán entre las nubes, entre los papeleos, entre los desvelos.La vida que conocemos pasará sin que podamos volver atrás.

Qué mejor que empezar un año considerando el hoy, esta hora o este momento como los indicados para HACER. No seremos capaces de retener un instante o retroceder un par de segundos para cambiar algo.

Si tienes pasión por el arte síguelo, cumple tus sueños. Decide, haz.