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Un blog diferente.

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jueves, 14 de marzo de 2013

Editorial - Semana 2

Bienvenido nuevamente...


Ha terminado una semana de publicaciones. La primera etapa de este sitio. Actualmente, la sociedad avanza a grandes zancadas, los medios de comunicación abundan y los mensajes transmitidos por la publicidad y el resto de los medios va calando en nuestra mente, invadiendo el espacio que corresponde a nuestra razón.

Prometimos un blog diferente. Un blog-revista que nos haga pensar, entretenga y permita crecer. Pues aún sigo esa meta como autor y seguramente es algo en común con los otros autores. Aún veo que los pasos que damos en el establecimiento de este proyecto no han conseguido una firmeza total, pero sé que pronto andaremos más seguros, posiblemente con nuevos autores que esparcirán sus tintas para hacerte sonreír, imaginar, y todo lo que puedas hacer con tu mente.

Síguenos, si deseas comenta nuestras entradas, compártelas si te agradan o si vez algo de provechoso en ellas. No es esto sólo un medio de expresión, ni sólo un medio de difusión de cultura y literatura, es algo más... y espero que con el tiempo llegues, estimado lector, a descubrirlo por tu propia cuenta.



Gracias 


Julián H.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Cosas de tigres

Hay un tigre, luego dos. Si alguien lo entiende es porque tiene algún instinto felino dentro. Uno lee un libro, el otro observa el mundo a través de un lente.


Tan rayados como son los tigres avanzan sigilosamente removiendo la hierba alta. Parecen siempre serios, siempre agresivos, siempre hambrientos, pero tal vez pocos han llegado a conocerlos. Desde las rejas que separan su realidad de la mía, nos observamos sin decir palabras. En ese momento, cuando nuestras miradas se cruzan y la fiera me mira con esos ojos que parecen devorarme mientras yo la observo con estos ojos emocionados ante el peligro imaginario, me siento prisionero. Me pregunto si las rejas delimitan la prisión de un tigre, o al contrario la prisión de un humano.
En derredor, la gente pasea por el zoológico. Niños aplauden las piruetas de los monos, un hombre observa una anaconda que descansa plácidamente, dos señoras cotorrean delante de la jaula de los papagayos. En tanto yo sigo frente a la misma jaula. Panthera tigris. Sonrío tontamente al notar que el tigre lleva en su nombre científico 'pantera'. Ellos siguen allí en su ambiente, paseando y mirándome de cuando en cuando. Es increíble la recreación de su hábitat en un espacio tan pequeño. Pero eso nunca se parecerá a la libertad. Entonces pienso: Mi libertad, ¿cuán parecida es a la de estas criaturas?
Vivo entre los muros sociales que tratan de llevar a la manada de pseudo-ovejas según los intereses de unos u otros. Eso me hace habitante de la prisión, pero gracias a Dios no prisionero. El consuelo de tener capacidad de pensar y decidir alivia mi carga. ¿Por qué no desarrollar facultades que se atrofian cada vez más en la sociedad?
Mientras pensaba estas cosas, los tigres ya se habían alejado a su lugar de descanso. Los miré por última vez antes de irme. Gracias. Pareció que por un momento entendieron mi lenguaje... pareció.

La felicidad no es un estado de ánimo.


Hoy llegué a casa y lo primero que hice fue preguntar: Ma, Pa, ¿existe la felicidad o solo existen los mementos felices?


Sabía que sí existía, pero ahora sabía que necesitaba un fundamento. Cuando en el colegio me preguntaron si era feliz y respondí al instante que sí, no mentí, soy feliz, me siento feliz; pero luego, mirándome fija y desafiantemente me preguntaron: ¿estás segura, por qué?… y, bueno, yo creía que eran obvias las razones para ser feliz, pero fue mirando a los ojos de esas dos chicas que me di cuenta de que, para muchos que tienen toda la posibilidad de serlo, no era así.
Yo con su misma edad, mismo ambiente y familia (que me quería mucho) me sentía  feliz, sentía que no necesitaba nada más y no entendía el por qué de su pregunta, pero sí sabía que ellas querían convencerme de que no existía la felicidad real.
Yo hace un tiempo les había hecho la misma  pregunta, no para probarles nada sino porque quería saber si se sentían felices realmente. Pero, en cambio, ellas querían hacerme ver que nadie es completamente feliz y que los que sí lo son era solo porque eran muy optimistas y eso me pareció una tremenda barbaridad.
Está de más decir que aunque intenté convencerlas con mis propias palabras de que sí era completamete feliz, no logré hacerlo puesto que nunca me había planteado una cuestión así. Para mí, yo era feliz y punto, pero ahora reconocía que había gente que iba necesitar una respuesta y yo me propuse a darles una, y una de las buenas, por lo tanto, ni bien llegué a casa eso fue lo que hice, preguntar a ver si encontraba algo y sí, encontré.

Mis experimentados padres me dijeron lo siguiente:
La felicidad no es un estado de ánimo, es una decisión, un estilo de vida. A la alegría, en cambio, sí se le puede llamar un estado de ánimo y por eso la gente suele confundir la alegría con la felicidad. Uno es feliz cuando tiene un propósito para vivir, cuando está en paz y, obviamente, en comunión con Dios, cuando vive por los demás y para ellos. Cuando no es egoísta y no le interesa lo material,  cuando tu felicidad no depende de lo que tienes sino de lo que eres y puedes llegar a ser. No depende de la personalidad ni de los problemas que puedas tener porque al final si tienes verdadera confianza en Dios, dejarás todo en Sus manos y tú simplemente sentirás paz y tranquilidad sabiendo que Dios se encargará de todo. En resumen, la felicidad no la consigues viviendo para ti sino para los otros y confiando en Dios. ¿Qué otra felicidad puede haber?, no te puedo decir, porque no importa cuán difícil sea tu vida, Dios nunca te dará algo que no puedas soportar y solo podrás seguir siendo feliz a pesar de tus problemas si sabes que más allá de todo tendrás tu recompensa por haber disfrutado de todo lo que Dios te dio sin quejas ni murmuraciones. Si tienes problemas y dificultades, pero sabes que Jesús murió por ti y que un día todo será perfecto y aún así no eres feliz, bueno ya no tengo ningún otro consejo, la razón es que simplemente  estás limitando tu vida a cosas que piensas que te llenan pero que, en realidad, son una rutina, solo estás fingiendo con las personas que amas y no expresas lo que sientes en verdad, sientes que no puedes y dejas todo por tu falta de fe, entonces tú tienes la culpa de no ser feliz, porque simplemente con respirar y tener a tu familia junta ya deberías estar saltando en un pie.

Hace tres años me podías preguntar si era feliz y te iba a responder que lo era. Casi siempre me avergüenzo de mí misma por haber hecho de mis problemas una grandiosidad, pero ahora me alegra poder decir que no tengo problemas sino simplemente dificultades que estoy dispuesta a  superar. La gente piensa que soy feliz porque soy muy optimista y que eso es parte de mi personalidad, pero, ¿saben? La personalidad la vas adoptando con el paso de los años, no es que naces así. Yo me volví optimista desde que comencé a ver la vida desde los ojos de otros y a agradecer por la cosa más pequeña que haya recibido.

Me apenan las personas que creen que ser feliz es tener una vida perfecta y libre de preocupaciones, si fuera así ya estaríamos todos en el Cielo, pero mientras estemos aquí solo nos queda aprovechar y agradecer por cada cosa buena y mala que nos sucede, porque de todo se aprende y si aún no lo has hecho: mírate y ve que está fallando allí adentro porque Dios no te hizo para tener momentos felices y tristes sino para vivir la vida plenamente y, si aún no sabes qué es eso, anda y habla con Dios y Él te dará la respuesta.

Piensa en la gente que muere de hambre, de frío, de tristeza, soledad y desamparo y ahora piensa en ti. Es cierto que cada uno tiene sus propios problemas, no estoy aquí para juzgarte, pero tampoco para justificar tu desgano y cara de decepción y conformismo. Así que, en lugar de estar ahí tirado, pensando en por qué no eres feliz, levántate y haz felices a otros, por ahí comenzarás a sentirte mejor y a darte cuenta que no hay razón para andar filosofando cuándo la felicidad estará en tu corazón si en primer lugar Dios estuviese ahí y, en segundo, estuviesen los demás.

Hay millones de razones para estar triste pero hay infinitas para ser feliz, es verdad, la vida no es perfecta, pero la perfección llega después de un arduo trabajo. Es difícil comprenderlo, pero es más difícil entender cómo unos pequeños pueden ser felices con una caja de cartón, la verdad, no debería serlo porque muchas veces los pobres son más felices que los ricos, porque para ellos con vivir basta. No quiero decir que no hay que trabajar, pero ya basta de explicaciones, ustedes ya entienden.

Mañana tendré una buena explicación de porque soy feliz. Para mí, ¿qué es el amor?, es una pregunta más difícil realmente, por eso al preguntarme si era feliz respondí simplemente que sí, algo más simple no puede haber, pero ya vieron las mil y tanto palabras que pueden salir de esta pregunta, en fin, cada uno con su pensamiento.
Anda, abraza a alguien, verás toda la felicidad que sale de una pequeña cosa.


martes, 12 de marzo de 2013

Su sonrisa.


Su sonrisa parece cantarle al sol, que esa tarde estaba más brillante, agotador, pero insuficiente para impedirla sonreír. Ella sonríe todo el tiempo, como si sonreír fuera la más coqueta de sus aspiraciones altruistas; ella sana sonriendo y con su sonrisa sana.


La delgada línea que separa el gesto de la boca, contornea el paraíso de una expresión alegre que sobrepasa el estado de ánimo, sonríe y sonriendo llora, sonriendo lamenta, sonriendo reprende, sonriendo se alegra, porque su sonrisa va más allá de lo que su alma siente, su sonrisa es el regalo que ella quiere darle al mundo, regala sonrisas como quien reparte flores a los desdichados que no han visto los colores; ella sonríe porque uno de sus dones es sonreír y se lo regala al que le falta; sonríe más, me digo desde mis anonadados adentros, sonríe más porque ya casi lo logras, me estoy perdiendo en tu sonrisa.
Ella sonríe sin saber que lo que da siempre será más de lo que recibirá, ninguna sonrisa será más dulce que la ella regale, pero ella sonríe mirando al Cielo, como inspirándose en la sonrisa del Dios que le da la felicidad en la prueba, ella sonríe porque gusta de sonreír y sonriendo le hace tributo a la belleza, porque es bella. Ella adorna a la belleza sonriendo, ella no sonríe porque es bella, ella se hace más bella aún cada vez que sonríe. Y este dadivoso ejercicio lo practica con la frecuencia que encanta al círculo que la rodea, todo el tiempo, siempre.
Ella sonríe y se sonríe a sí misma, porque el efecto de una sonrisa, del tierno regalo agradecido, es la placentera sensación de haber hecho el bien, sin mirar a quién, reposando en la angustia de la que nadie se siente libre, su alma que confía en Dios. Así, sonriendo, ella sonríe el doble por haber sonreído, por haber hecho sonreír a alguien más, por haber donado ese instante alegre,
sonriendo ella me hace sonreír, detiene mis latidos, me hace suspirar desde lo profundo - para que no lo note nadie más. Sonriendo, todos los que la vemos, sonreímos. Y ella ha expandido una cadena infinita de dadivosidad, una onda expansiva de felicidad, de sanidad, de solidaridad. Nos hemos rodeado de buenaventura, solo por verla sonreír.
Y ella vuelve a su estado de seriedad, es solo un instante, algo más está sucediendo en el entorno que hace breves momentos fue tocado por su sonrisa. Ella no sabe cómo reaccionar, aún no conoce lo que ha sucedido, entonces solo atina a sonreír, un nuevo círculo virtuoso, esta señorita, la de la sonrisa, ha desatado por el bien de todos.

lunes, 11 de marzo de 2013

Lo que todos hacen



     El humo de los cigarrillos y el olor a licor me enfermaban. Estaba sentado en medio de mis amigos tal vez por simple deseo de no estar solo. Me extendieron la colilla de uno de los tantos cigarrillos mentolados y lo rechacé cortésmente.
-¿Por qué no fumas?
-Soy deportista
-Entonces me aceptas un trago...
-Tampoco, soy deportista.
-Pero eso no tiene nada que ver...



No parecían cómodos. Bueno, yo tampoco lo estaba, es más, detestaba estar allí. Me retiré como siempre, sin decir más. Palabras y frases que debí decir pasaron por mi cabeza. Pero en el momento que debieron salir se escondieron cobardemente debajo de la punta de la lengua.
Habían pasado ya seis o siete años desde aquella vez. Cuando mezclado entre amistades mucho mayores que yo, con hábitos y vicios distintos, escuchaba los buenos y malos consejos que me podían dar. Y aún resuenan aquellas palabras que dijo Eric en mi mente:
    "¿Ves esto? ¿Quieres probar? ¿No? Muy bien. Nunca lo hagas. No serás más hombre por fumar, y no te divertirás menos ni sufrirás más sin alcohol. Recuérdalo.
Ja, veo tu cara boba. Es ya un mal hábito que algún día venceré, pero no tiene sentido de ser. En la vida debes de ser cauto e inteligente para no caer en lo que hace el resto. Vuélvete deportista, cura, lo que sea que te mantenga alejado de lo que alguna vez te puedas arrepentir.
No, no te digo que no hagas nada, ni que seas un cucufato. Simplemente, no caigas en errores que otros ya cometieron." 
     Quitó, entonces, el cigarrillo de su boca (que aún estaba entero), lo tiró al suelo y lo pisoteó. A mis once años era algo raro tocar esos temas. Al menos, hasta entonces vivía en una burbuja en que sólo había libros, exámenes, dibujos animados y más libros. Pero en ese momento la burbuja reventó y empecé a ver el mundo y su realidad. Aprendí que en cada vida hay más de una situación que puede cambiar tu percepción de las cosas y para mí esa fue la "situación", un consejo sabio en medio de la inmadurez propia de chicos de secundaria. Tal vez no hubiesen tenido el mismo efecto aquellas palabras de haber venido de otra persona, pero ese pequeño sermón caló hondo. Ahora por rechazar cobardemente el decir algo más que una excusa, me sentía inconforme.
    -Pero, ¿por qué ellos no me entienden? - me pregunté mientras caminaba calle abajo para tomar la línea de regreso. El tiempo en el bus pasó lento, mientras, a través de la ventana, contemplaba la escena nocturna llena de todo eso que "todos hacen".