La pasión que en otrora me ha llevado a llenar cuadernos viejos con
historias, frases y versos aún sigue dentro. Esa pasión por el arte, que no
sólo abarca letras inexpertas, sino hasta la vida misma. Esa pasión
que es pobremente comprendida forma parte de mí.
En este momento, con cierta cantidad de grados de temperatura que indican
fiebre, escribo. Abrigado como lo estaría en invierno, tomando una taza de
manzanilla y escuchando las palabras de mi madre que suplican que descanse de
una vez por todas. La noche está cálida, aunque esa sensación podría ser
causada por como estoy vestido. Me digo maquinalmente que este ha sido un
excelente día, aunque sepa muy bien que no ha sucedido nada extraordinario, en
cambio estoy afectado por la gripe. Algún vecino escucha rock de los ochenta en
volumen moderado y desconcentra por momentos la intención que tengo de no
dormirme hasta terminar de escribir. En este momento de sinceridad
desenfrenada, no por ello malcriada, pero sí lleno palabras carentes de miedos
opresores, me siento muy a gusto manchando una hoja que se virtualiza esta
noche. Una noche de letras dedicada a hablar de una pasión. Una pasión que
surgió al comienzo de la secundaria. Historias de guerreros, fábulas infantiles
y pronto junto con los recuerdos de los primeros esbozos de ilusión... la
novela. Esa pasión se unió al gusto por los libros; horas nocturnas bajo la luz
de una lámpara en que desgasté mi vista ante libros que hasta ese entonces
ninguno de mis contemporáneos parecía estar interesado en leer. Mi imaginación
voló un poco más allá y mis palabras empezaron a fluir dentro de los límites de mi
léxico aún escaso. Y pronto ya había llenado algún cuaderno con inscripciones
propias de un aficionado, tan igual como ahora. Desde entonces escribir es un modo de catarsis, una forma de alimentar la creatividad que suele apagarse en la mayoría de personas con el paso de los años, un medio de comunicación, un canal por el cual puedo crear o recrear momentos para que queden perennes en la memoria, o al menos puedan recordarse al leer esas hojas manchadas. ¿De dónde nació esta pasión?... De la vida. Todo es un motivo para escribir. Todo tiene historia. Desde la caída de una hoja hasta una guerra de cien años. En pocos versos...
Escribir es
como dibujar con letras
y hacer
música sin notas,
es mentir de
la manera más hermosa
y odiar de
la manera más terrible,
así como
amar intensamente
o de manera
tan dulce y tierna
que se
acaben incluso las exageraciones;
es vivir
años o siglos en minutos
como también
vivir segundos en horas y días;
es hacer
eternidad lo finito... la vida.
Bendición, es probablemente el término más adecuado para nombrar el
hecho de tener tantos amigos que, al igual que yo, comparten esta misma pasión.
Sus estilos, sus motivos, sus ideas, sus convicciones puedo bien no compartir
totalmente, pero tienen partículas de mi corazón con ellos. Loui, Mónica,
Krystal, Carol, Julián, Zach. Personas con una forma de vida, con perspectivas
diferentes de la vida, con mucho que dar, con mucho que decir. A estas personas
agradezco mucho y aunque de todos los mencionados la mitad son autores en este
blog, sé que siquiera por curiosidad llegará mi agradecimiento a ellos y a los
que no he nombrado, que son personas que considero mucho.
"La pluma es la lengua del alma." Miguel de Cervantes (1547-1616)
ResponderBorrarbuena frase :)
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