Caen gotas, una tras otra, alrededor de lo que llamo espacio, de lo que llamo círculo, y yo estoy en el medio. Esta es otra de esas ficciones que se crean mientras paso a paso formo un camino de baldosas quebradas.
Un arroyo me trae un aroma místico, el vivir y el sufrir se convierten en un dilema pragmático, errático, jerárquico que no tiene una solución aparente.
Cargo en la espalda una piedra, una perla gigante, un trozo de planeta, en ascenso hacia un "aquí" invisible. Cabalgo sobre el mundo con los ojos vendados, giro en derredor garboso, según el mundo. Se acaba el cielo, se acaba la tierra, se acaba la luna, nos acabamos todos.
Yo sigo siendo Julián. Desconocido, errante, perdido, ignorado. Sigo escribiendo en las mismas páginas que nadie lee, sigo jugando entre manchas de tinta que yacen resecas desde hace casi un año.
Ella me ha cargado de lunas, de pendientes, de cartas sin remitente. La he dejado atrás, y llueve...
Yo sigo siendo Julián, redundo en mí, porque sobre mí llueve, porque soy yo el que tropiezo al caminar paso a paso sobre baldosas quebradas, soy el que carga y avanza... soy el que escribe esclavo de su libertad, enemigo de su yo.
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