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Un blog diferente.

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martes, 3 de septiembre de 2013

Luces en el ático - II

Aquel día llegué, como siempre, a casa traído por el bus escolar. El bus, un espacio para probar nuestras habilidades en equilibrio pues nos retábamos a saber quién soportaba más tiempo de pie mientras el gran vehículo surcaba los baches y los rompemuelles en la pista. A pesar de tener asientos disponibles preferíamos la sensación de vacío en la planta de nuestros pies cada vez que el bus saltaba o se hundía.

Aquel día llegué a casa. Como siempre. Mis padres me saludaron y, observando sospechoso sus rostros, compartí con ellos el almuerzo. Fui un estudiante bastante responsable (aún intento serlo), así que después de terminar mis tareas viendo de reojo el misterio en el rostro de mis padres, dijeron: "Hijo, hoy nos vamos a comprar tu bicicleta." La emoción de ese entonces solo pudo ser superada por el hecho de manejar aquella bicicleta unos días después.

Los primeros intentos fueron rotundos fracasos. Aunque pensándolo mejor, no lo fueron del todo. Hace poco cuando leía la biografía de Tomas Alva Edison, él decía: "No fracasé, solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla." Y en el intento mil descubrió la real forma de cómo hacerla. Por lo tanto, ahora creo que la perspectiva que debo tener de mis errores es que son oportunidades para repensar otra solución.

***

Esa tarde llegó de la universidad. Solía regresar feliz con una dosis de secretos en sus ojos. Miré cómo se acercaba trayendo sus cuadernos anillados. Me abalancé para coger uno ellos y no soltarlo. Aún no sabía leer, pero había algo que me atraía de esos cuadernos, el anillado, los colores de los bordes  de las páginas que cambiaban cada cierto número de hojas, las formas de las letras y los dibujos extraños, aquellas palabras largas, conjunto de letras, grupo de líneas y curvas…

Regresaba también con libros que sigilosamente sustraía y miraba las imágenes de cortes trasversales y longitudinales a las partes del cuerpo, los diagramas de los sistemas circulatorio, nervioso, muscular, digestivo, respiratorio me causaban interés. Me encontraba in fraganti y se percataba que acababa de pintar un garabato en la página final.

Su paciencia no se acabó, tampoco su afecto. Yo era su hermano pequeño y en el fondo nos queríamos a pesar de que le hiciera tantas travesuras a sus útiles de estudio y ella me atacara con cosquillas y almohadones en la cara. Creo que Dios le dio la oportunidad de prepararse para ser madre doce años antes. Y a mí, la lección de ser tanto o más tolerante con mis sobrinos que ahora hacen travesuras con mis cosas.

***


La vida, un espacio de tiempo en la historia de la humanidad. Un momento de respiro, un chispazo de luz en el universo. Si nuestra visión del mundo se redujera a ello parecería no tener sentido seguir adelante. Sin embargo, Dios colocó en cada ser humano la necesidad de trascender, de ir siempre un poco más allá. Agradezcamos a quienes nos acompañan en este caminar y disfrutemos una vez más cada día de las oportunidades que Dios nos da para trascender, corrigiendo nuestros errores; festejando nuestros aciertos.

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