Ángeles cantando están en una preciosa y estrellada Noche de paz y a viva, potente,
resonante y divina voz proclaman ¡Al mundo paz!
Nos invitan a nosotros, humildes y desdichados moradores de la tierra, “Cantad
alegres al Señor y Venid, fieles todos a adorar al recién nacido
Redentor”; sencillos pastores y sabios Traían en silencio presentes al Señor
que reposaba Allá en el pesebre, el Eterno encarnado en un tierno y
suave bebé.
¡Oh amor de Dios! Al contemplar la excelsa cruz. En el monte Calvario Comprado con sangre por Cristo fui, porque En Jesucristo mártir de paz Todas las promesas de mi salvación se cumplieron. Dulce comunión gozo y disfruto hoy, y con generosa reconciliación Embajador soy de mi Rey.
Amor que no me dejarás, desde hoy y para siempre Por fe contemplo al buen Jesús, y Jamás
podrá alguien separarnos ya que Amigo fiel es Cristo.
Aunque en esta vida las mismas voces angelicales nos dicen, “¿Qué estas haciendo por Cristo? si la Promesa dulce te dio, El Rey que viene cerca está, ¡Alabadle!”.
El mundo es de mi Dios, Abre tu corazón y A Cristo coronad. Hay un mundo feliz mas allá donde Bellas canciones perennes se alzan para alabar a Mi Redentor, el Rey de Gloria. Puesto que Soy peregrino aquí No puede el mundo ser mi hogar, Prefiero a mi Cristo y La tierna voz del Salvador.
En aquel día, La mañana gloriosa, Cuando venga Jesucristo Marcharé en la divina luz y antes de estar en El mundo feliz diremos: ¡Brilla, Jesús! porque Más allá del sol está el Hogar de mis recuerdos. Habla, Señor, a mi alma ya que Día grande viene.*
*En cursiva, títulos extraídos del Himnario de la Iglesia Adventista del 7mo Día.
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