Páginas

Un blog diferente.

Un blog diferente.

viernes, 11 de abril de 2014

Afonía.

El silencio me frustra, me limita y estresa.
Una irreverente faringitis ha tomado el control de mis cuerdas vocales, las ha injuriado sin permiso y me ha quitado una de las facultades –en mi opinión– más importantes que Dios le pudo entregar al ser humano.

Esclava de mi garganta. Intento contener las ganas de exponer mis ideas y sueño con poder liberar mi mente de tantas mariposas pensativas; la claustrofobia comienza a reaparecer, es asfixiante y perturbadora.

No puedo reír a carcajadas, ni llorar, ni gritar, ni cantar.

Pero existe algo que –ahora en mi condición– si puedo hacer: escuchar.
Todo el día he reprimido el deseo de contestar, refutar o interrumpir, por el contrario, he escuchado a todo aquel que se ha acercado a mí. Les daba un gesto de aprobación o por el contrario, una sutil mueca negando a lo que me decían. Mi paciencia era probada. Demasiado probada para mí gusto, diría yo.

En mi afonía, he obtenido buenos  resultados: escuche a personas que lo necesitaban, no pelee con ningún cobrador, fui una mejor amiga, mi madre pudo leer tranquila sin oírme cantar y utilice mucho más mi lenguaje corporal.


¡Ah! y en medio de mi propio silencio, leí mucho más. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario