Hemos
visto últimamente que ha surgido una ola de pensamiento sin características tradicionales
cuya consistencia es su oposición al consumismo. Su discurso contiene una dura crítica –con mucha razón en algunos
puntos- contra el sistema consumista que hoy en día nos envuelve a todos como
consumidores y, en cierto modo, productores de bienes o servicios de consumo.
Si bien, es cierto que el sistema está saturado, mi punto de vista es que no
había otro camino a seguir. El ser humano es competitivo por excelencia, es
ambicioso, nadie quiere quedarse con lo que tiene, todos quieren tener más, es
parte de lo que nos hace humanos (Pirámide de Maslow), entonces este escenario
iba a suceder de algún modo y no podemos culpar a los genios que nos condujeron
a esta circunstancias. Porque ese enorme poder económico superior a los
gobiernos, ese gigante capitalista se hizo con inteligencia, con habilidad, con
esfuerzo, con mucho cálculo; no es premiado con el azar sino por su
perseverancia. Y así tenemos que, inclusive herederos de grandes fortunas,
cedieron parte de sus riquezas a muchos hombres habilidosos e inteligentes que
accedieron al sistema por algo que solo la libertad de mercado ofrece en tan
grande dimensión: la oportunidad. Ese aborigen despojado de su comunidad y
desprotegido por la gran transnacional no se ve obligado necesariamente a ser
un peón de la línea operativa más baja, puede ser un gerente general que cambie
la historia de la extracción y le dé a su comunidad un giro inesperado. Porque
las grandes oportunidades solo pueden surgir cuando el gobierno es pequeño y no
asfixiante.
Mientras
más grande es un gobierno, mayor será la corrupción que por su propia
naturaleza genere. Esta corrupción aliada del empresariado sin ética, genera el
mercantilismo que es lo que se debe repudiar, pues no se tratas ni de mercado
libre ni es respetuoso con el medio ambiente y mucho menos con los derechos de
las personas. Al ser una alianza entre dos poderosos gigantes que alimentan el
uno al otro, no hay espacio para la oportunidad ni el crecimiento. Cualquier
amenaza al capital corrupto, el gobierno corrupto sofocará. Este es el
principal error del sistema: el Estado.
Debe
existir una reingeniería del sistema de consumo a nivel mundial, de la empresa
y eso ya está sucediendo, la Responsabilidad Social Empresarial es una muestra
clara de ello. Las empresas empiezan a darse cuenta que es más rentable ser
amigable con el medio ambiente, respetar los derechos laborales y no afectar a
las comunidades que reciben su impacto, saben que deben favorecer a los más
necesitados y ser transparentes, hasta sonrientes. Y ahora lo ven y practican
porque la gente ya no es tonta, la gente está despierta, la gente ya sabe, ya
ve, y sobretodo, ya habla. Y habla y grita y reclama porque la información
ahora está en su punto más álgido de la democratización y esto sucede gracias a
internet, obra maestra del sistema consumista y que no le juega en contra sino
que le permite una reinvención creativa, solidaria e inclusiva.
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