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Un blog diferente.

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jueves, 8 de mayo de 2014

Sopa de letras

He construido, al canto de mi plato, una palabra: tu nombre. Llego a formar pequeñas oraciones, pequeños trozos de poemas que olvidaré con el tiempo. Te he extrañado, tanto como no tienes idea.

Para el invierno que se acerca y nos mira de soslayo, para hacerle frente, he preparado una sopa de esas que disfrutamos tanto cuando nuestro calor bastaba y nuestros versos improvisados se perdían entre sonrisas coquetas y besos furtivos. He cargado una taza con alguna infusión para calentarme un poco, he guardado un par de libretas donde se mantienen sellados apuntes, cartas, notas, poemas, todos dirigidos hacia ti. Y allí, el tazón, un plato con papas doradas, una taza, una libreta y yo jugamos a recordar, jugamos a escribir toda una vida con letras débiles, saladas, agradables...

Hola, Sara.

Una vez más estoy sentado en el mismo lugar, junto a la ventana, mirando de cuando en cuando a ver si apareces de repente. Todo este tiempo se convierte en una etapa oscura, transitada de pensamientos nostalgicos y angustiosos, y siento que se acortan los años cuando veo el espejo y me veo solo.
Si algún día decides volver, no he cambiado nada, quizá me ha crecido la barba, uso lentes de marco grueso y hablo de una forma más pausada... pero te aseguro que no he cambiado nada.
Deseo preguntar cómo te va, pero siento que eso me convierte en un atrevido. Si respondes sabes por donde hacerlo, si no, sabes por donde no hacerlo.
¿Recuerdas esas tardes en el barranco? Pues los cielos ya no son rojos, ahora se han vuelto grises, creo que te extrañan, y aunque dijiste que volverías, ni ellos ni yo soportamos la larga espera.
Sólo prométeme algo si puedes: que me guardarás en tu caja fuerte, que nuestros cariños no se perderán entre todo lo que se olvida, que nuestras promesas seguirán siendo promesas... pero sobre todo, que tu sinceridad seguirá siendo tuya. Así como tantas veces me dijiste de todo sin titubear, no titubees ahora (porque sé que te sientes débil, como yo también me siento).

Sara... no puedo completar esta carta, porque la comida se enfría y se humedecen mis ojos. Así que así me despido, tanto tuyo como del aire. Escribo desde el rincón de los trovadores silenciosos.

Julián

El vaho que emite la sopa de letras huye hacia la ventana. Afuera llueve, afuera suena un timbre, una voz, un llamado. Me llaman. Quizá has leído mi nostalgia a distancia, quizá aún retengo algo de aire y tu retienes algo de sol...

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