Su sonrisa parece cantarle al sol, que esa
tarde estaba más brillante, agotador, pero insuficiente para impedirla sonreír.
Ella sonríe todo el tiempo, como si sonreír fuera la más coqueta de sus
aspiraciones altruistas; ella sana sonriendo y con su sonrisa sana.
La delgada línea que separa el gesto de la
boca, contornea el paraíso de una expresión alegre que sobrepasa el estado de
ánimo, sonríe y sonriendo llora, sonriendo lamenta, sonriendo reprende,
sonriendo se alegra, porque su sonrisa va más allá de lo que su alma siente, su
sonrisa es el regalo que ella quiere darle al mundo, regala sonrisas como quien
reparte flores a los desdichados que no han visto los colores; ella sonríe
porque uno de sus dones es sonreír y se lo regala al que le falta; sonríe más,
me digo desde mis anonadados adentros, sonríe más porque ya casi lo logras, me
estoy perdiendo en tu sonrisa.
Ella sonríe sin saber que lo que da siempre
será más de lo que recibirá, ninguna sonrisa será más dulce que la ella regale,
pero ella sonríe mirando al Cielo, como inspirándose en la sonrisa del Dios que
le da la felicidad en la prueba, ella sonríe porque gusta de sonreír y
sonriendo le hace tributo a la belleza, porque es bella. Ella adorna a la
belleza sonriendo, ella no sonríe porque es bella, ella se hace más bella aún
cada vez que sonríe. Y este dadivoso ejercicio lo practica con la frecuencia
que encanta al círculo que la rodea, todo el tiempo, siempre.
Ella sonríe y se sonríe a sí misma, porque el
efecto de una sonrisa, del tierno regalo agradecido, es la placentera sensación
de haber hecho el bien, sin mirar a quién, reposando en la angustia de la que
nadie se siente libre, su alma que confía en Dios. Así, sonriendo, ella sonríe
el doble por haber sonreído, por haber hecho sonreír a alguien más, por haber
donado ese instante alegre,
sonriendo ella me
hace sonreír, detiene mis latidos, me hace suspirar desde lo profundo - para
que no lo note nadie más. Sonriendo, todos los que la vemos, sonreímos. Y ella
ha expandido una cadena infinita de dadivosidad, una onda expansiva de
felicidad, de sanidad, de solidaridad. Nos hemos rodeado de buenaventura, solo
por verla sonreír.
Y ella vuelve a su estado de seriedad, es
solo un instante, algo más está sucediendo en el entorno que hace breves momentos
fue tocado por su sonrisa. Ella no sabe cómo reaccionar, aún no conoce lo que
ha sucedido, entonces solo atina a sonreír, un nuevo círculo virtuoso, esta
señorita, la de la sonrisa, ha desatado por el bien de todos.
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