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Un blog diferente.

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lunes, 11 de marzo de 2013

Lo que todos hacen



     El humo de los cigarrillos y el olor a licor me enfermaban. Estaba sentado en medio de mis amigos tal vez por simple deseo de no estar solo. Me extendieron la colilla de uno de los tantos cigarrillos mentolados y lo rechacé cortésmente.
-¿Por qué no fumas?
-Soy deportista
-Entonces me aceptas un trago...
-Tampoco, soy deportista.
-Pero eso no tiene nada que ver...



No parecían cómodos. Bueno, yo tampoco lo estaba, es más, detestaba estar allí. Me retiré como siempre, sin decir más. Palabras y frases que debí decir pasaron por mi cabeza. Pero en el momento que debieron salir se escondieron cobardemente debajo de la punta de la lengua.
Habían pasado ya seis o siete años desde aquella vez. Cuando mezclado entre amistades mucho mayores que yo, con hábitos y vicios distintos, escuchaba los buenos y malos consejos que me podían dar. Y aún resuenan aquellas palabras que dijo Eric en mi mente:
    "¿Ves esto? ¿Quieres probar? ¿No? Muy bien. Nunca lo hagas. No serás más hombre por fumar, y no te divertirás menos ni sufrirás más sin alcohol. Recuérdalo.
Ja, veo tu cara boba. Es ya un mal hábito que algún día venceré, pero no tiene sentido de ser. En la vida debes de ser cauto e inteligente para no caer en lo que hace el resto. Vuélvete deportista, cura, lo que sea que te mantenga alejado de lo que alguna vez te puedas arrepentir.
No, no te digo que no hagas nada, ni que seas un cucufato. Simplemente, no caigas en errores que otros ya cometieron." 
     Quitó, entonces, el cigarrillo de su boca (que aún estaba entero), lo tiró al suelo y lo pisoteó. A mis once años era algo raro tocar esos temas. Al menos, hasta entonces vivía en una burbuja en que sólo había libros, exámenes, dibujos animados y más libros. Pero en ese momento la burbuja reventó y empecé a ver el mundo y su realidad. Aprendí que en cada vida hay más de una situación que puede cambiar tu percepción de las cosas y para mí esa fue la "situación", un consejo sabio en medio de la inmadurez propia de chicos de secundaria. Tal vez no hubiesen tenido el mismo efecto aquellas palabras de haber venido de otra persona, pero ese pequeño sermón caló hondo. Ahora por rechazar cobardemente el decir algo más que una excusa, me sentía inconforme.
    -Pero, ¿por qué ellos no me entienden? - me pregunté mientras caminaba calle abajo para tomar la línea de regreso. El tiempo en el bus pasó lento, mientras, a través de la ventana, contemplaba la escena nocturna llena de todo eso que "todos hacen".

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