1. Golpe: Choque repentino y más o menos violento de un cuerpo contra otro.
"Fujimori dispuso anoche disolución del Congreso". -
Moderado titular en portada del diario El Comercio (06/04/1992)
Para ningún peruano vivo debería quedar la menor duda de que la peor cara de la política (social) del país viene con el sello de la izquierda, es decir, del comunismo y sus modernas y/o antiquísimas variaciones. El velascato, la política económica de Alan García I (estatización, dejar de pagar deuda externa, cerrar el comercio con el exterior, etc.), Sendero Luminoso, MRTA, Susana Villarán. Si bien no podemos generalizar y tildar a toda la izquierda de malévola o inepta, o ambas a la vez, lo peor que le ha ocurrido al país ha salido de sus escuelas, de sus canteras. Y como quien no quiere la cosa, hoy ya renovada y con la cara lavada, la izquierda luce democrática, inclusiva, pacífica, esperanzadora, esgrimiendo los mismos argumentos que Marx y Engels incitaron a finales del siglo XIX y que han permanecido vigentes en las doctrinas comunistas, llámeseles caviares, rojos, fósiles, LGTB, chavistas, anti-imperialistas, ateos, antiapristas, antifujimoristas, anticiprianistas, panteístas, nuevaeristas, y otras deformidades más.
Enumerar la podredumbre que ha salido del comunismo es inútil, todos lo saben. ¿Pero qué sucede con los héroes? ¿Quién te aplaude por la comodidad de la que hasta hoy gozas? El capitalismo es esencia, la libertad. Y cuando la libertad es producto de un duro -y traumático- golpe, ¿acaso debemos dejar de agradecer?
El coche bomba no amenaza hoy, la hiperinflación es una leyenda, las colas ahora se dan en el banco de La Nación, ya nos miran con interés desde afuera, no somos el patito más feo de América Latina. Las mieles del capitalismo gustan a todos, pero hemos de crucificar por siempre al líder que tuvo el coraje y los pantalones de romper los huevos para hacer las tortillas (Villarán dixit), de aquel ser humano de quien la historia se encargará de premiar y nosotros, ¿enterrar?
Un presidente caviar con mano tembleque no hubiera podido hacer nada con un congreso comunista entregado al embotamiento mental de discursos elocuentes e infructíferos, peor aún, ningún shock económico nos hubiera sacado de la podredumbre si este no venía con un cambio social de formalización, de lucha contra el terrorismo, de una necesaria censura a la doctrina que engendraba muerte, léase, el comunismo.
Hernando de Soto, destacado economista liberal, ha elogiado a Fujimori y señalado como importante el cambio ideológico de Alan García. La transición de los 90 volvió posible lo que en el FMI y el Banco Mundial era considerado un imposible: el milagro peruano. La formalización de cientos de peruanos microempresarios dio paso a que la acción voluntaria, la empresa, la iniciativa privada, le dé el pie de lucha al oscuro sendero. Cuando al hombre rezagado por la historia se le empoderó para que tenga su propia empresa (por fin algo propio), en ese momento, surgió el milagro. Esa no fue una prédica ideológica porque el mercado no es ideología, el mercado es acción, es pragmatismo. El mercado son hechos con resultados palpables. Los procesados ministros Boloña y Hurtado Miller accionaron un cambio auspiciado por Alberto Fujimori con la habilidad gerencial que las drásticas decisiones ameritan.
Armeane M. Choksi y Demetris Papageorgiou, dos ex funcionarios del Banco Mundial que participaron en las negociaciones con el gobierno peruano para estabilizar la economía a inicios de los noventa, han declarado así:
"Entre nosotros y el gobierno hubo un alineamiento casi total. Ellos eran los principales convencidos de que había que hacer las reformas y nosotros jugamos, más bien, un rol de apoyo... En efecto, el gobierno puso las metas y nosotros las discutimos extensamente con ellos. Pero siempre estuvieron en el asiento del piloto. Y debo reconocer que en muchos casos me sorprendieron con las cosas que estaban dispuestos a hacer."
En el Perú, el gestor del cambio está preso. Y simpatizantes ideológicos del germen de la casi destrucción del país, libres y gobernando. No sé cuántos de nosotros tengamos el valor de reconocer con la hidalguía que amerita el caso, que fue Alberto Fujimori el gran revés de la historia del país, revés para el beneficio de todos.
Decía Aldo Mariátegui con la certeza liberal que le caracteriza: "Lo cuerdo es atraer al fujimorismo al ‘mainstream’ político, limándole sus aspectos repudiables y olvidando un poco el pasado, que los 90 fueron fruto de las barbaridades anteriores y de una coyuntura apocalíptica. Y ya pasó"
El golpe, por cierto, fue antidemocrático, inconstitucional, no fue lo mejor. Pero, ¿vamos a juzgar lo que nos trajo paz y prosperidad? Se cerró un congreso inútil, un poder judicial corrupto. Se desmembró el estado elefanteásico inútil, se privatizó, todos cambios durísimos, pero ciertamente necesarios, fructífieros y productivos. Pragmatismo, le dicen.
"La economía abierta y la nueva clase media son frutos de esta victoria política. Sus autores son quienes dieron su vida por defenderlas, pero también los políticos que rompieron la inercia del statu quo y permitieron que se aplicaran las recetas económicas por las que lucharon..." - Hernando de Soto.
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