El
olor a madera chamuscada invadía la habitación, las pequeñas e insignificantes
gotas de la impenitente lluvia se acumulaban en el cortante borde de una
oxidada ventana blanca; el sonido de los pinos con el viento añadía a la escena
una connotación serena y pacífica, sin embargo, su alma no se sentía para nada
armonizada con su alrededor.
Recordaba
nostálgicamente cómo años atrás una linda y pequeña mujer había escrito con
puño y letra una carta para su amado, con delicada atención había plasmado en
el –ahora quebradizo y amarillento– papel su floral aroma. Se llevó la misiva
al rostro e inspirando el pasajero y casi borroso perfume suspiró, cansino,
pero feliz. 'Es ella', murmuró.
Movió
cuidadosamente el fino lazo rojo que cerraba el paquete y repasó –por
millonésima vez– el contenido de aquella hoja tan llena del ayer. Sus ojos
destellaron alegría, su boca proclamó una tonta sonrisa. Todo seguía siendo tan
igual, en cada párrafo la recordaba.
“Significas fortaleza para mí. Tus
ojos sobre mí es lo único que necesito para alejar definitivamente el temor,
para arrancar la seriedad y avanzar un paso hacia la eternidad. Eres tanto,
significas tanto. Tu mano me da seguridad, solo puedo correr a tu lado, solo
contigo. Significas lo que significas por el simple hecho de ser
significativamente importante en mi vida, me enseñas el verdadero y precioso
significado del amor, porque eso eres, eso significas: amor.”
Leyó
en voz alta.
Cerró
los ojos con fuerza, humedeció su garganta, la sentía tan cerca como ayer.
Sonrió esperanzado. Él, que había buscado toda la vida su lugar, lo había
hallado y navegado con su tierna compañera. Ahora ella no estaba a su lado más,
pero, ¡qué rareza!, casi podía escuchar su melodiosa voz, aspirar su perfume,
besar su suave boca.
La
leña con el fuego lo hicieron volver en sí. Casi había dejado de llover por
completo, una indefensa nube aparecía en el cielo herida por un rebelde rayo
del majestuoso sol. Anudó nuevamente la carta y abriendo su santo libro
favorito, la guardó en la página preferida de su amada, aquel sería su
lugar. Ella le dijo que significaba amor, ese amor que pronto y en algún
venidero día los reuniría y juntaría para compartir la eternidad.
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