«No
te digo adiós, sino hasta siempre, y aunque hoy tenga que irme, sé que no te
olvidaré. Queda una canción que me habla de ti y por eso no te digo adiós.»
Quería escribir, pero no lograba
concentrarme. Tiré a un lado el lapicero azul, y me puse de pie, como queriendo
encontrar respuestas. Estaba inmersa en una inexplicable tristeza y fue cuando
decidí respirar hondamente, que pude escuchar con claridad la canción que
resonaba en el fondo, muy a lo lejos.
Un rayo de sol atravesaba mi gran
ventana, corrí mis cortinas un poco y deshaciéndome de la vidriosa barrera, me
incline para oír mejor la melodía que mi vecina disfrutaba. Inevitablemente la
brisa primaveral me dio la bienvenida, mi corazón se estrujó, el invierno ya
llegaba a su fin.
Los niños corrían y no pude detener el
recuerdo que a mi mente asaltaba, el parque lleno de verde pasto y multicolores
florecillas ya no me hacían sonreír, por el contrario, sentí una fría lágrima
resbalarse sin permiso por mi mejilla. Añoré el poder salir y correr a su lado,
poder quejarme de su incansable actividad, y reírme de sus mañas coquetas para
encantar al que pasara por su lado.
«Gracias
no parece suficiente, y me suena un poco triste escribirte en un papel. Es
mejor reír, recuérdame así, es la forma de irme más feliz.»
Retrocedí, la canción martilleaba y
jugaba con mis emociones; en realidad me sabía triste escribir su despedida en
un papel. Miré a un lado y colgada sobre mi cama había una fotografía, era el
cartelito que me habían dado por mi cumpleaños y ahí estaba mi pequeño
recuerdo. Reí, ¡todo lo que había costado tomarle esa foto!
La única forma de hacer feliz el adiós
era reír. Comencé a tararear la armonía, yo me sabía de alguna manera esa
canción; rememoré cuando se acurrucaba para dormir y solo mi voz cantándole una
rima de cuna podía hacerle descansar.
»Por
todo lo que compartimos, los momentos que vivimos, nada nos va a separar. Porque
se abrieron los caminos desde el día en que elegimos, ir a ver que hay más
allá. No es un adiós, crecemos dos, es solo dar un paso más y por eso no te
digo adiós nunca más.»
Primavera, primavera, ¿por qué desplazas al gélido e inculpable
invierno? ¿Por qué anhelas llevarte mis recuerdos? Los Casi Ángeles capturaron a la perfección este “adiós” en una canción. No te digo adiós
amigo, nunca más. Porque aunque el invierno que vivimos juntos fue corto, la
primavera que vendrá será eterna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario