En el más profundo silencio quedan atrás las horas de sueño para dar
comienzo a una nueva historia. Entre parpadeos y bostezos se plasman
las letras como líneas de un retrato...
A lo lejos una luz brillaba en contraste al rojo grisáceo muy oscuro
que dominaba la noche. Los árboles eran sólo sombras estáticas que
daban cierto aspecto tenebroso a la escena. Un tren se escuchaba a lo
lejos, fumando y silbando. Era el único sonido, sin considerar el rozar
de las hojas con el suelo. Al pasar cerca de mí, sentí un ventarrón que
parecía querer despegarme del suelo. Los metales oscuros de los vagones
parecían campanas que resonaban al contacto con la carga, los rieles
chillaban y yo estaba quieto, sin moverme. Tras el paso del veloz tren
quedó un velo gris que parecía ir en dirección contraria. El campo
seguía siendo tan oscuro y tenebroso, y al mismo tiempo hermoso y
tranquilo. Cansado de tanto caminar, llegué a una cabaña y al fin pude
descansar.
Al día siguiente el desayuno fue abundante: dos panes, dos huevos
fritos y un gran tazón rebozante de cereal. Los árboles de un pequeño bosque nos protegían del intenso
sol mientras hacíamos nuestro recorrido en busca de alimentos. Al
llegar a un río, pescamos nuestro almuerzo y recogimos frutos de árboles
que parecían querer zambullirse en el agua. Tan rápido pasó el tiempo
mientras nos colgábamos como tarzanes y gritábamos al mismo tiempo, y
lanzábamos piedras a la corriente. Volvimos a la cabaña y el ocaso se
teñía de un bermejo muy hermoso. La luna empezaba a descender y el
silencio empezaba su invasión. Todo fue tan hermoso, y ahora en el
tercer vagón del tren trato de concentrarme en leer un libro sin poder
hacerlo a causa de la emoción...
El libro lleva en la primera página un sello de cera y en la segunda una frase que dice: "Hoy es primavera".
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