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Un blog diferente.

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lunes, 18 de agosto de 2014

Dulce condena.

Durante la clase, llegó un mensaje de texto a mi teléfono: ¿Vamos a ver una película? Acepté. Sin dudarlo, ya caminaba junto a él.
̶ Aquí estoy, no pasará nada-. Pensé-. Si algo bueno tiene que pasar, pasará y si algo malo tiene que suceder, lo superaremos. ̶  
Me incluí en sus planes diciendo “lo superaremos”.
Era una simple salida, no tenía por qué significar algo más... Ya estaba por terminarse la película, pero algo en mí quería quedarse con la esperanza de que algo podría suceder si aguantaba unos minutos más. Y sucedió. Sus labios junto a los míos realizaban una combinación de movimientos armoniosos y estremecedores.
̶ Te amo. ̶   Me dijo. Y otro beso, dulce y tibio. Mi corazón latía deprisa, no sabría decir si era por mi atrevimiento a tomar su mano o por mi terrible miedo al futuro. Nunca he comprendido ese tipo de miedo, el futuro es algo que no me concierne, no está en mis planes, simplemente llega, no puedes prepararte, así que aprendí a ignorarlo, pero esa noche… Esa noche me importaba, yo pensaba en un futuro, un futuro donde éramos protagonistas.
«Hay cosas que es mejor no saberlas.» Dije. Seguro lo tomó en relación a la vida, pero yo hablaba de lo que sentía y no podía decir. Decirlo era condena. Condenarme a perder todo, por un sentimiento que podría pasar desapercibido en silencio, desahogado en canciones y plasmado en cartas sin remitente.
Al despedirnos me abrazó, mientras escuchaba un te amo salir de sus labios. Por un momento pensé que me sería imposible irme, quería quedarme, pedirle que repitiera lo dicho, una y otra vez.
̶ Buenas noches, cuídate. ̶  Debí de haber dicho más, pero alguien se aproximaba, se oían pasos de alguien que nunca llegaba, tal vez eran mis nervios o el anhelo de que alguien me detuviera.
̶ Descansa. ̶ Contestó. Fue todo lo que dijo, sólo un último te amo y un simple descansa. Sé que las palabras no fueron  lo suyo en ese momento, pero lo poco que dijo fue sincero. Y eso bastó.
Bastaron sólo unas simples palabras, en un momento preciso de la persona indicada, para desatar un corazón, para crear ilusiones y para dar inicio a un nuevo inicio. A pesar de que mis palabras quedaron esa noche en silencio, sé que lo que empezó como un capítulo, hoy por hoy, ya forma parte de una gran historia. Y es que, hay palabras que pueden condenarnos, pero siempre hay una persona con quien no importaría cumplir cadena perpetua, una dulce condena.


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