La tele era la única luz prendida de la casa. A pesar de los treinta y cinco años de matrimonio no habían perdido la costumbre de ver la novela de las ocho tomados de la mano y riéndose de las situaciones que presentaba la trama.
La piel de sus manos no tenía la lozanía de los años mozos pero la forma en que se adecuaban daba la impresión que se seguían amando renovando la costumbre por la dedicación mutua.Mientras pasaba la publicidad tocaron la puerta.
- Voy a abrir la puerta - dijo ella.
- Está bien, yo te esperaré - dijo èl.
- Está bien, yo te esperaré - dijo èl.
Fue con su paso tranquilo y delicado, preparó su sonrisa.Y abrió la puerta.
- Abuelita Marta - entró sonriente el pequeño Ramiro y la abrazo con profundidad genuina de su alma infantil.
- Hola mamá - dijo Javier contento de besar su frente otra vez.
- Mamita ¿cómo has estado? - Completó Carla con la paz de su mirada.
- Bien, muy bien hijos. Estaba viendo la novela. Pero de seguro desearán tomar alguito tengo manzanilla y algunos panes con aceituna.
- Gracias mamá - dijo Javier con aquella misma mirada alegre de hace treinta años cuando escuchaba la palabra "aceituna".
- Hola mamá - dijo Javier contento de besar su frente otra vez.
- Mamita ¿cómo has estado? - Completó Carla con la paz de su mirada.
- Bien, muy bien hijos. Estaba viendo la novela. Pero de seguro desearán tomar alguito tengo manzanilla y algunos panes con aceituna.
- Gracias mamá - dijo Javier con aquella misma mirada alegre de hace treinta años cuando escuchaba la palabra "aceituna".
Conversaron largo y tendido hasta que llegó el momento.
- Mamá, queremos que nos acompaañes al viaje que queremos hacer con Carla y Ramiro.
- ¿Viaje? No, hijo. Ya no estoy para esas exigencias.
- Mamá, lo hemos conversado mucho y creemos que todos necesitamos ir a respirar nuevos aires.
- ¿Y a dónde propones que vamos a ir?
- A Huancayo, quiero conocer aquellos lugares que me contaba papá.
- Oh, hijo. Es un bello lugar pero siempre habrá mucho que hacer por acá, tu tienes que trabajar y Carla tiene que cuidar al chico. Va a ser muy difícil.
- No te preocupes mamá. Ya lo tenemos planeado. Dentro de tres días salimos. Ya pedi permiso al trabajo y Carla ya conversó con la maestra de Ramiro. Así que sólo falta que tu aceptes. ¿Qué dices?
- ¿Viaje? No, hijo. Ya no estoy para esas exigencias.
- Mamá, lo hemos conversado mucho y creemos que todos necesitamos ir a respirar nuevos aires.
- ¿Y a dónde propones que vamos a ir?
- A Huancayo, quiero conocer aquellos lugares que me contaba papá.
- Oh, hijo. Es un bello lugar pero siempre habrá mucho que hacer por acá, tu tienes que trabajar y Carla tiene que cuidar al chico. Va a ser muy difícil.
- No te preocupes mamá. Ya lo tenemos planeado. Dentro de tres días salimos. Ya pedi permiso al trabajo y Carla ya conversó con la maestra de Ramiro. Así que sólo falta que tu aceptes. ¿Qué dices?
Por su mente pasaron muchas imágenes que se convirtieron en una lágrima retenida a punto de salir.
- Esta bien, hijos, iremos a Huancayo.
*Zch*
*Zch*
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