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Un blog diferente.

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jueves, 7 de noviembre de 2013

Pieza 3

Pero ella y yo somos de corazones distantes,
huraños, inestables.
Su luz es, a veces, mi oscuridad
y yo
jugando entre cortinas blancas
me convierto en su ciego predilecto.

En el salón su voz se escucha en notas
de un piano viejo,
mi pintura se desliza en el fondo del alma
que se tiñe de rojo
de amor y de dulzura.
Mientras se aleja lentamente
una ilusión,
una canción,
y estrellas
que me miraron alguna vez
para hablarme de noches
serenas, en el mar
de los recuerdos.

Por ello somos de corazones distantes,
su sonrisa es, a veces, mi tristeza
y yo
jugando entre cortinas blancas
soy un ciego menos y un loco más.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Tener.

Cada sombra tiene su luz;
cada voz, su silencio;
cada lágrima, su emoción;
cada momento, su recuerdo.

Un día, su atardecer;
una canción, su armonía;
un camino, su destino;
una casa, su salida.

La mañana, su cielo;
el viento, su silbar;
la lluvia, su arco iris;
el vivir, su respirar.

Cada fuego, su luz;
cada río, su caudal;
cada montaña, su horizonte;
cada mar, su profundidad.

Un gato, sus bigotes;
una paloma, su cantar;
un búho, su paciencia;
una araña, su tenacidad.

La libertad, su restricción;
el perdón, su reconciliación;
la alegría, su brevedad;
la paz, su longanimidad.

Cada vida, su latido;
cada ser, su levedad;
cada esencia, su consistencia;
cada humano, su motivo.

Un juego, su recreación;
una historia, su decisión
un niño, su aprender;
un anciano, su educar.

El dolor, su episodio;
el error, su enmienda;
ea inocencia, su sutileza;
la bondad, su consecuencia.

Cada palabra, su significado;
cada mensaje, su autor;
cada espacio, su lugar;
cada anhelo, su tal vez.

Un miedo, su precaución;
una carrera, su galardón;
un sacridicio, su recompensa;
una respuesta, su reacción.

La felicidad, su futuro;
la perseverancia, su fruto;
el amor, su abnegación;
el corazón, otro corazón.

martes, 5 de noviembre de 2013

Tres historias de un fotógrafo aficionado


Hoy me encuentro imprimiendo algunas fotos que tomé hace mucho tiempo. Una de mis grandes aficiones es la fotografía. El poder de capturar espacio y tiempo en papel es un privilegio, ahora, muy utilizado. Sin embargo, considero que hay que darse un tiempo, no mucho, si no pierdes el instante decisivo, pero el suficiente como para encuadrar, componer y plasmar la visión de la realidad que deseas expresar y que se te presenta frente a tus ojos.



Mi madre me dijo alguna vez en mi infancia que cuidara mis ojos. Que no es bonito quedarse ciego. Pronto, empecé a tener curiosidad por la vida en ceguera. Vendaba mis ojos y caminaba por mi dormitorio, que por el momento que duraba mi juego se convertía en una calle concurrida y yo, un transeúnte perdido. El juego terminaba dándole la razón a mi madre. Con las canillas golpeadas y uno que otro chinchón alguna vez.



La oscuridad también me causó intriga unos años después. Salía a la azotea de mi casa en las noches tranquilas antes de navidad y me divertía imaginando formas con la ropa tendida en los cordeles. O el uso de pinturas fosforescentes.



Tarde o temprano, a eso de los cinco o seis años la fotografía me sorprendió. Me encontró entre sombras de lucidez y raciocinio. Un flash. Unos chasquidos de dedos y unas arengas para que sonría. Mi madre tenía una cámara compacta que se cargaba con una película automática. Una innovación y avance para la fotografía de entonces, pues era a prueba de hijos curiosos que probablemente la abrirían y correría el riesgo de velarla sólo por la curiosidad de saber por qué tanta alharaca. Felizmente mi padre me encontró a unos segundos de haberla abierto y rescató las fotos del inminente olvido. Unas semanas después nos dirigíamos a la tienda amarilla para recogerlas después del revelado. Fue grande mi asombro al examinarlas una por una y recordar los detalles de cuando fueron tomadas. Unas de un viaje a mi tierra, Huancayo. Otras del paseo en el zoológico. Y otras más de la playa.



Ahora que veo las fotos que acabo de imprimir, descubro que hubieron algunos detalles que habían pasado desapercibidos a mi ojo y que complementan el cuadro, otros se incrustan y otros más no sé cómo llegaron ahí. Bueno, de eso se trata el aprendizaje…



***



Ese día íbamos a comprar mi cámara. Fue mi regalo de promoción. Una vez que la tuve entre manos, empecé a examinarla. La letritas en el borde del lente, el obturador, el rollo de película que me compraron y las indicaciones para colocarlo. Me gustaba escuchar el motorcito rebobinando la cámara una vez agotadas mis 36 tomas. La expectativa de ver las fotos, y la mediana nostalgia de encontrar algunas casi veladas. Hoy, disfruto de aquel efecto, entonces no era tan grato.



Un día que me puse a jugar básquet, olvidé que llevaba la cámara en mi casaca. Y sufrió una de las caídas más estrepitosas, que me arrepentiría unas horas más tarde. Las fotos que tomé después, todas se velaron. Fue un dolor suspendido mediante la espera del revelado. Fue cuando aprendí el porqué del dicho que reza que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.



***



Pasaron unos años, muchos a decir verdad. Lima estaba cambiada. La visitaba cada día. Tenía que trabajar. El invierno no llegó duro ese año. Nos dijeron que iba a pasar sutil. Lo que no pasaría sutil sería el tráfico. Sin embargo, ese día estaba preparado para premiarme con una cámara. Pocket o compacta. Sencilla. Para llevarla a todas partes y tomar todo lo que quisiera era mi excusa, verdad a medias.



La verdad completa era que llevaba mucho tiempo recordando la emoción de capturar una imagen y tenía tantas imágenes pendientes por capturar. Lima se presentaba libre de ser capturada en sus planos. Las personas en la calle, cada una ensimismada en su rutina, los vendedores, los choferes y cobradores, la inauguración del Metropolitano, la vida en la capital, tan apurada, tan despreocupada, tan insegura, tan inestable, tan impredecible, tan bizarra e indiferente. Incompresible y viva al fin. Además de ello, los monumentos que encuentras a cada paso, sus parques, sus mercados, el encuentro de distintas realidades en la demarcación territorial de dos distritos, los cono y la vida al día a día.



Por esos días había quedado con mi enamorada en encontrarnos en un mall después del trabajo, así que decidí que ese día también compraría la cámara. Nos encontramos, caminamos y le acompañe a comprar. Ese momento se pasó rápido pues estaba pendiente de llegar a la zona de cámaras. Pregunté por un modelo de cámara que había visto en un catálogo y le pedí que lo preparara para llevarlo a casa. Mi enamorada me miró asombrada. Llevábamos poco tiempo de haber iniciado nuestra relación, así que le sorprendió mi interés por la fotografía. Nos habíamos conocido durante la universidad y en ese entonces algunos intereses no eran factibles de reconocer.



Escritura, por ese entonces llevé un blog, que luego borré y lo volví a abrir y volví cerrar hace poco. Una que otra vez se me ocurrían guiones para actuaciones y otras algunas historias, cuentos o poemas que aún faltan pulir. Una oportunidad en el intermedio de clases se acercó a mí pues me observó pensativo. Le mostré que mi cuaderno donde redactaba lo que posteriormente postearía, lo leyó, sonrió.



Lectura, un hábito desordenado que llevo de vez en cuando, por partes y a todas partes, algunos libros se terminan de leer solos, otros los culmino en poco tiempo y otros más se leen con paciencia y actitud. Nunca uno a la vez.



Fotografía, el diseño y la ilustración se convirtieron en una prioridad durante la universidad, sin embargo lo solía hacer para guardarlo en el disco duro de mi computadora. La necesidad latente de tomar fotografías se mantuvo mientras diseñaba algunas ilustraciones para un afiche que me hicieron a pedido. Tarde o temprano sabía que debía encontrarme nuevamente con la fotografía y redescubrirla.



Ahora ella también comparte el gusto por la fotografía, está aprendiendo algo de lo que lo aprendí y de lo que ella misma descubre. Hoy, ella está de viaje, llevó su cámara. Pronto regresará para contarme sus aventuras y para mostrarme lo que capturó. Acá, yo también sigo tomando algunas fotos a manera de extrañarla, a modo de capturar el tiempo y el espacio y guardarlo para cuando ella esté aquí.

Postdata: Y tú  ¿Cómo te encontraste con la fotografía?

lunes, 4 de noviembre de 2013

Giro a siniestra - (4)

El mar de noche es una maravilla, sombras nubosas flotan allí mientras se mueven apenas. El mar ha existido siete años ya. Nunca las mismas aguas, nunca los mismos cielos encima de él. Y entre página y página va oscureciéndose un poco más.
Mi asiento no ha dejado de ser cómodo, pero mis ojos se cansan de caminar sobre páginas pobladas de historias.

Santino bosteza y fija la mirada en la misma horizontal de siempre y vuelve a perderse tal vez por la necesidad de pensar un poco más, para sentirse vivo, sentir que existe y ser más que una masa en movimiento. Saber que cambiar no es sólo una respuesta, es una decisión. Entonces su vida que oscilaba en esos años sobre una barca vieja, respira nuevamente y se separa de su otro yo. Santino era el que no era, el conflicto interno de su alquiler.
Y sobre la roca, siente la tibieza de aquella estación. Su sonrisa se refleja en el cielo y como dentro de un ciclo constante se evapora y asciende.

Las últimas páginas van pasando delante de mí, pero mi mente se ha quedado estancada en el comienzo. ¿Qué sucede cuando las cosas que esperas no se dan, cuando la vida parece dar giros sin sentido, cuando no sientes encontrar el equilibrio que viviste buscando y nace la pregunta: para qué estoy aquí?
He dejado de marcar la página, mi libro se ha cerrado al igual que mis ojos y ahora tal vez estoy dentro del libro, tal vez soy el que le rento un cuerpo a Santino.

Y los pescadores ya han partido…

viernes, 1 de noviembre de 2013

(Yo) No me la llevo fácil - Parte IV

No me importa de dónde tú vengas, 
si detrás del Calvario tú estás, 
si tu corazón es como el mío 
dame la mano y mi hermano serás. 
¡Dame la mano, querido hermano! 
Dame la mano y mi hermano serás.

La primera vez que la cantamos se me escarapeló el cuerpo. No sabía en dónde quedaba el Calvario, pero no importaba de dónde yo viniera. Yo venía de Cocachacra y estaba harta, pero ellos se veían felices y yo quería sentirme como ellos.

Esa vez llegué devastada. Tengo los recuerdos nítidos de esa noche, esa sucia noche, no paraba de llorar, había perdido uno de los zapatos y casi arrastrándome llegué a la vieja cabaña a la que me habían condenado mis padres, estaba llena de odio e ira, quería reventar todas esas miserias, ¿por qué me habían hecho pasar por eso, esa miserable vida marginal cuando yo podía ser alguien más? Entonces mamá dio un salto cuando me vio, estaba horrorizada, '¿qué te han hecho esos terroristas malnacidos?' Yo me dejé caer, estaba, más que molesta, cansada.

Cuando desperté, mi papá estaba mudo sobre la mesita que estaba al lado de la cama, con su botella de ese trago amargo, sorbiendo de a poquitos, sin decir nada. Siempre tan ausente, como si no existiera él, como si no existiera yo, como si ya no habría sido suficiente. Mi mamá estaba apenadísima, secándome la cara con algo, me había limpiado todo el cuerpo con un trapo inmundo y estaba que me miraba fijamente antes de decírmelo.

- ¿Qué te han hecho esos terroristas, hiíta? Te dije que no estés yéndote pa'llá, esa gente es mala.

Comprendí el redondo sentido de sus palabras y en el fondo sabía que lo que decía era verdad, estaba molesta porque tenía razón, pero estaba desengañada y decepcionada, odiaba la realidad de todas las cosas, estaba tan contrariada que no lo podía soportar un segundo más, entonces exploté en llanto.

Luego, le conté todo a mi mamá.

Las muertes, los crímenes, lo que les escuché hablar de mí. Lo que los comunistas hablaban y el miedo que tenía, todo día tras día, su gran revolución, la amnistía general, San Marcos, La Cantuta, el Centro de Lima, los malditos apristas, los fujirratas, todo era política y yo ya había estado tan aburrida. Luego cuando quise salirme, cuando quise retirarme, las cosas que me dijeron, aún sonaban en las paredes de mi conciencia sus gritos de deprecio: "¿Sabes por qué no quieres luchar? Porque aparte de ser serrana eres una serrana resignada, como tus viejos miserables, conformistas, se dedican a prolongar su miseria, ¡mírate, serrana cochina! Aquí no eres nadie y no quieres luchar porque no te interesa ser nadie, a gente como tú felizmente también los matamos cuando pudimos."

Los golpes, las manos, el ardor, las cachetadas, escupitajos, adjetivos, aún cuando ya estuve en la calle, miraba todo diferente, lo pude ver, en todas las caras de toda esa gente, era verdad, todos me tenían asco y repulsión. ¿Y dónde quedó todo eso de que éramos peruanos, de que éramos hermanos? 

No dejaba de llorar y anastesiada en mi dolor, atontada, sin fuerzas, llorando vez tras vez, volví a esta choza miserable. Mi mamá estaba atónita, su sabiduría se había terminado, quizás porque nunca fue sabia, solo era alguien que podía decir cosas a gente que sabía menos ella.

Estaba amargada y volví a explotar, la vi de nuevo allí, tonta, sin decirme nada. Salté y gruñiendo empecé a tirar todo por todas partes, estaba loca. Recién mi padre se dignó a existir, quiso golpearme, pero ni siquiera eso podía, estaba embotado en alcohol y se desparramó en mis narices. Seguí destruyendo y dejando caer todo, me importaba un comino lo que podía costar cada pequeña cosa, ¡eran cosas insignificantes, inservibles! 

La miré con ira y le grité, ¡¿por qué nunca luchaste para cambiar esto?!

Entonces en la inmundicia, sacó algo para tirármelo en la cara, estaba todo tan revuelto que por primera vez identifiqué algo parecido a lo que había visto en la casa de los comunistas, era un libro, lo tomó entre sus dedos regordetes y me lo aventó en la cara. La punta de la tapa me hincó justo abajo del ojo derecho y me hizo sangrar, me detuve y me resigné. Empecé a llorar sin parar y mis lágrimas se mezclaban con la sangre que brotaba de mi ojo, ya ni siquiera estaba amargada, estaba devastada. 

Me quedé encogida en ese rincón mientras mi madre volvía a poner todo en orden, mi padre seguía en el suelo como un animal, inmóvil, ebrio. Nadie decía nada. Entonces sucedió, 


"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. 
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

y más abajo,

Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos;"

Un oasis inundó mi corazón. Las lágrimas por un instante se detuvieron y había perdido la noción de la realidad, cogí el libro con desesperación y lo cerré, fue un susto espontáneo. Una vez cerrado pude ver las preciosas letras doradas que lo rotulaban, Santa Biblia. Dios me había hablado.

jueves, 31 de octubre de 2013

Pieza 2

Entre sueños y milagros la he imaginado,
tal vez tanto más cuando en soledad 
las nubes, en forma de historias, bajaban
para envolverme, para cegarme 
y abrir una de las tantas puertas que trajeron
mi paz.

Guerras que se libraron
entre corazones y que hoy tal vez
respiran
azul a mar, azul amar, 
por aquí y por allá en mundos distantes
y en las arenas
y van borrándose nuestras huellas, en las mismas playas,
y nuestras preguntas se alejan con el oleaje.

Y con las ansias de un niño
busco nuevamente su rostro... 

Se derritió el invierno
y cupidos ansiosos alzaron el vuelo.
Como dueña de nuestras vidas
la primavera tiñó de verde nuestras grises ciudades,
calmó los vientos y calentó nuestras cabezas.

He vuelto a envolverme en nubes
para sentir la misma paz,
pero ella no está allí...
Sólo hay un ciego que juega entre cortinas blancas.


martes, 29 de octubre de 2013

Un camino de palabras - III / Anécdotas

Hace unos días y dado mi interés por la perspicacia infantil, le pedí a una amiga, Yoiko, que es educadora, que me comente algunas experiencias en sus interacciones con los niños de inicial con quienes ella ejerce su profesión.

Aquí un extracto de aquellas experiencias.

***

Jean Pierre, Yamil y Kelly comían su fruta. El primero comía una manzana, el segundo un plátano y el tercero unas uvas. Jean Pierre empezó a escupir la cáscara de la manzana, acto que vio su maestra.

- Tienen que comer la cáscara de la fruta - reprendió la maestra mirando a Jean Pierre.

Los pequeños arrugaron la nariz. Yamil miró a Jean Pierre y a Kelly y luego observó su plátano.

- Cómete la cáscara de la uva, cómete la cáscara de la manzana, cómete la cáscara del mango - remedó Yamil a su maestra - ¡un poco más y me pide que me coma la cáscara del plátano!

***
Si nunca sentiste el rocío de saliva saltar a tu rostro después de un glorioso estornudo de uno de tus niños, no eres maestra.

***
Hoy aprendí que los niños pueden confundirse. Hay que recalcarles:
  • Que no es lo mismo perseverante que preservativo.
  • Que pedófilo no es una persona que se lanza gases no nobles.
  • Que mujerzuela no es una señorita muy alta.
  • Que miércoles no es una mala palabra, a menos que la persona lo diga con otra insinuación.
  • Que el miembro genital del varón se llama pene, no pajarito, ni gusanito, ni mucho menos trompita.  
***
Enrique tiene dos años, generalmente cuando nos vamos al receso, le decimos: “Come on, baby!”, y le hacemos señas para que comprenda el mensaje.

Después de varios días llegó Jacob y desconocía esta nueva forma de llamar a Enrique al recreo. Cuando oyó cómo llamaba al pequeño, Jacob abrió grandemente los ojos y le susurró a su compañerita: “Oh, no. ¡La miss come bebés! Está diciendo “como baby” ¿Qué vamos a hacer?”

***
ENRIQUE (2 años) : Miss "Yoyiko" ¡toma!, ¡toma! (y me extiende su manito sin "nada" en ella y no la retira hasta que se la tome)
YOIKO: ¡Oh, ya! ¿Qué es?
ENRIQUE: ¡Mi moco, Yoyiko, mi moco!

***

NIÑOS: ¡Ya! Juguemos al lobo. ¡Que Dafne sea el lobo!
DAFNE (2 años): Ya, ya, yo lobo.
YOIKO: Ya, ¡entonces juguemos!
NIÑOS: ¡Juguemos en el bosque mientras el lobo no está, no está. Lobo, ¿qué estás haciendo?
DAFNE: ¡Me estoy cambiando el pañal!

***
Si tienes alguna experiencia con los niños y te gustaría compartirla escríbeme a inztantez@mail.com. Te estaré muy agradecido.

lunes, 28 de octubre de 2013

Giro a siniestra - (3)

“Entonces correr. Escapar tras tres años de existencia para observar el mundo con esa curiosidad infaltable. Recoger puñados de arena y la dejarla escapar en forma de hilos que el viento ondea.
Es triste observar el horizonte, en el mismo muelle de siempre, y sentirse solo. No saber de dónde vienes, no saber hacia dónde vas, no saber nada de nada. Mientras que el tiempo parece estar en complicidad con la nostalgia del momento y escuchar, de las gaviotas, lamentos y del mar, suspiros. Aprender a vivir sin capacidad de recordar. Observar las aves, las nubes, la luz que nacen lejos de allí. Ser Santino a fuerza de repeticiones, vivir en la zona de los pescadores y con la inocencia de un niño lanzarse a las arenas húmedas y soñar con castillos que se lleva el mar”.

¡Santino! ¡Santino!
Ha metido unas conchitas en sus bolsillos y corre descalzo por la playa hacia el muelle. Con sus manitas sucias restriega su rostro y lanza una sonrisa.
Y mientras corre, como en un sueño, la vida pasa velozmente y el mar se oscurece un poco, la gente va cambiando, cuerpos crecen y otros envejecen, se deterioran. La zona de los pescadores se alumbra de un tenue rojo y la marea sube.

Los pescadores ya han partido…

miércoles, 23 de octubre de 2013

Un camino de palabras – II

El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre.
Anónimo

En cada niño nace la humanidad.
Jacinto Benavente

He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mí.
Isaac Newton

He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño.
Joseph Heller

El secreto de la genialidad es el de conservar el espíritu del niño hasta la vejez, lo cual quiere decir nunca perder el entusiasmo.
Aldous Huxley

Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.
John Ruskin


***
La semana pasada escribí sobre la aventura de descubrir un camino de palabras nuevas y el privilegio de pensar como niño en momentos cuando es necesario. Al parecer por las frases expresadas por pensadores, escritores y personajes influyentes en la sociedad de su época no soy ni el primero ni el único. Y en base a esta inquietud universal de cómo descubrir el pensar de un niño es lo que escribiré hoy.
No soy padre, para empezar. Pero sí fui niño. Un participante en el proceso de la educación. Asimismo, el día a día de mi trabajo me permite conversar conocer muchos padres y sus preocupaciones.
Hace un mes aproximadamente, un amigo tuvo su hijita. Y hace unos días conversamos sobre la paternidad en los aspectos que conocimos. Nosotros como hijos, él como padre, yo como tío, él como hermano, yo como observador, él como consejero familiar, yo como psicoterapeuta.
A raíz de esa conversación comprendí que no existe una guía o un plan estricto para ser padre. Pero lo que existe son pautas que más o menos esbozan un objetivo: No fracasar como padres proveyendo a nuestros hijos las herramientas necesarias para superar los obstáculos que se le presenten en esta vida.
Entonces el fracaso como padres ocurre cuando estas herramientas no funcionan y las consecuencias se hacen mucho más tangibles al tener que depender nuevamente del abrigo del padre para superar un obstáculo no superado.
***
Las herramientas de afronte que tenemos las aprendimos de nuestros padres, en primer lugar. Es en la adolescencia cuando decidimos seguir utilizándolas o cuestionarlas. Al cuestionarlas aprendemos otras herramientas de afronte a partir de nuestra interacción en nuestro grupo social. Y, conforme vamos creciendo, aprendemos con mayor voluntad y apoyados en el filtro de nuestra razón. El uso equilibrado de nuestra voluntad y la razón nos llevan, por lo tanto, a la madurez. Y estamos preparados para educar a nuestros hijos en lo aprendimos y consideramos útil para ellos. Sin embargo, a medida que ellos crecen tienen a su vez la opción de cuestionar nuestra educación y decidir si desean seguir con lo aprendido o aprender nuevas herramientas de afronte. Y así hemos venido desarrollando nuestro carácter durante generaciones.
Entonces el foco de nuestra atención puede centrarse en el desarrollo de dos factores importantes de la cognición humana: la voluntad y la razón. Traduciéndolos a términos educativos sería el autocontrol y el razonamiento.
No hay mejor enseñanza sino a través del ejemplo. Por consiguiente, estos dos factores han de ser pilares de nuestro carácter y posteriormente, y sin lugar a dudas, lo serán de nuestros hijos.
***
- ¿Cómo integras el aspecto espiritual al momento de conversar con tus clientes? - me preguntó mi amigo, quien cumplió un mes de ser padre.
- Es una dimensión transversal al ser humano – Le respondí
No dejamos de ser espirituales en ningún instante, a veces pensamos como si fuera una opción de bloquear/desbloquear. Sin embargo, desde mi punto de vista, es un aspecto que es inherente al ser humano. Al momento de tomar decisiones las tomamos basadas en nuestras creencias y éstas son particulares según cada vivencia que tengamos. Por lo tanto, las creencias que tenemos son la traducción cognitiva de nuestra vida espiritual.
Del mismo modo en que hacemos ejercicios para mantener la salud física, que estudiamos o trabajamos para mantener la salud mental, que conversamos con nuestros amigos para mantener nuestra salud social, deberíamos también desarrollar actividades espirituales para mantener un equilibrio integral. La mayor necesidad, entonces, se dará en la crianza al buscar desarrollar e integrar estos cuatro aspectos transversales a la vida de un menor. Ahí se ejercitará la voluntad (dominio propio) y la razón como herramientas vitales para el camino que le corresponderá seguir, aún cuando ya no estemos acá.
***
TED, el portal de videos de conferencias motivadoras, innovadoras y de interés público presenta cuatro casos de niños que destacaron a su temprana edad y que tienen muchas ideas por compartir con todos. Te invito a verlo en el siguiente link: http://blog.ted.com/2013/03/06/4-inspiring-kids-imagine-the-future-of-learning/ y a compartir tu opinión en el portal de DTLP.

viernes, 18 de octubre de 2013

Querido Mío.

 Es como si aún pudiera escuchar tu llanto, rompiendo sin temor la blanca sala de aquel hospital. Tú yacías tibio y frágil en mis brazos y el mundo parecía saber que habías llegado para revolucionar sus cimientos y hacer vibrar su monotonía.
   Regresé a casa y sentí como si fuera navidad, Aquel que todo lo puede me había complacido con un hermoso y tierno regalo, a diferencia de esa fecha que se cantan villancicos, yo aprendí a entonarte unas desafinadas canciones de cuna.
 Pronto esas melodías se convirtieron en pausadas pronunciaciones; me reencontré con mi niña interior, fue como retroceder varios escalones para poder intentar comprenderte un poco más. Amabas aquel cuento de un auténtico músico, El flautista de Hamelín –que por cierto, todavía permanece en nuestra biblioteca. Fuiste creciendo con extrema rapidez, empecé a ver lo brillante que eras en la escuela y lo poco que ya me necesitabas para leer tus párrafos favoritos y atar tus zapatos.
 Ya no rogabas por quedarte apretado a mis piernas porque te asustaba el colegio, esa época había pasado con la voracidad en que una golondrina deja su nido.
 ¡Ay, hijito! Tú solo comenzabas a trazar tu propio camino, ibas dejando atrás las infantiles conversaciones para pasar más tiempo frente al espejo –de seguro para impresionar a alguna señorita–, y a meditar en lo que harías terminando la escuela; jugabas a decir qué sucedería en cinco años, luego en diez y así avanzabas sin percatarte que mi corazón se estrujaba.
 Estabas tan nervioso el día en que esperábamos los resultados, pero cuando descubrimos que habías logrado ingresar, una carcajada se escapó de tus labios y lágrimas colmadas de emoción me inundaron. Estaba tan orgullosa de ti, estoy orgullosa de ti. Estudiarías la carrera que tanto yo amaba, por la que vivía día a día agradecida con la vida, aprenderías a sanar heridas y aliviar dolores de los pobres sin esperanza. Yo te sonreía y acariciaba el cansado rostro cada mañana que salías a enfrentarte con coraje a la lucha de lograr tu misión, yo sabía que lograrías cada uno de tus objetivos y vez por vez estabas más cerca de hacerlo.
 Tu graduación, qué memorable y precioso momento, ya eras todo un médico. Con alegría me entregaste la medalla que significaba tu esfuerzo, un beso acompañó aquel gesto de gratitud. Pasaron más días –cómo quería detener el tiempo–, llegaste a mí con los ojos brillosos, me pediste un minuto para platicar, estabas demasiado ansioso. No fue necesario que dijeras algo, a pesar de que balbuceabas palabras sin sentido, yo sabía de qué se trataba: te habías enamorado.
 Te irías de mí para siempre, pero era tan extraña aquella sensación, porque te sentí más unido a mí que siempre. Celebramos juntos tu felicidad, ahora yo tenía una hija más. Ahora ya tenías tu propia familia, no eras más mi pequeño niño de ojos vivaces y chispeantes, eras todo un hombre, fuerte y decidido.
 Querido mío, te escribo esta carta para recordarte que cada paso que diste, aunque no me viste y no pediste mi ayuda, estuve allí. Me honraste al seguir la vocación que amamos, querido colega. Sé feliz hijo, que yo lo seré sabiendo que sonríes a pesar de que estés lejos.

Con eterno amor, mamá.

jueves, 17 de octubre de 2013

Pieza 1

El cielo cayó a pedazos un día,
durante una tarde de ausencia prolongada.
El mar, la tierra, los azules matices del cielo
se desarmaron ante el pardo de sus ojos.

Murió la flor,
renunció la noche,
y entre largas horas, la vida de a pocos
se convirtió en un rompecabezas de piezas infinitas.

Fue cayendo del cielo un disco dorado,
el amor invadió el espacio
en su rojo romántico.

Se enamoró el mar del cielo
y en horas de soledad sus ojos pardos se escondieron
y su cuerpo se unió a la mar.

miércoles, 16 de octubre de 2013

(Yo) No me la llevo fácil - Parte III

No me gustaban los comunistas, aunque todos los que estábamos allí nos indignábamos por las mismas razones, nuestra perspectiva sobre las soluciones era muy diferente. ¿Revolución? Todos empuñaban el brazo derecho gritando revolución, una revolución comunista para establecer la igualdad, hacer caer a los de arriba y empoderar a los de abajo. Sonaba lindo, pero no resistía a la realidad, esa era la verdad. ¿Cómo se suponía que una revolución podría tener éxito si no estaba dirigida por nadie? ¿La igualdad se iba a establecer por inercia? ¿Y si alguien encabeza todo, como el Presidente Gonzalo, cómo no pensar que una vez en el poder destruirá nuestras libertades? ¿Si era tan bueno ese Presidente Gonzalo porque estaba condenado de por vida? ¿Libertad a cambio de igualdad? ¿Empoderar a gente como nosotros, en ese entonces apenas sabía las cosas del colegio, no iba a significar la ruina total? Era la número uno en el colegio y era consciente del enorme potencial que tenía en la cabeza, pero lo que yo y mi pueblo necesitábamos no era una revolución que destruya todo y poner al mando a inexpertos soñadores. Mi pueblo, los nuestros, los míos, mi papá, mi mamá, yo, mis amigas, mis amigos, lo que todos necesitábamos era algo diferente: una oportunidad.
Una oportunidad para saber lo que ellos saben y operar desde donde ellos operan para cambiar las cosas como ellos no pueden hacerlo. Una oportunidad para ayudarnos entre todos, no para quitarle a tres y repartirlo entre veinte, sino para que esos tres puedan enseñarnos a los veinte cómo son las cosas y luego ser veintitrés, cada uno con su propia riqueza y habilidad, haciendo que cualquiera de nosotros podamos ser los que mandan; ojo, no todos, cualquiera.
Si yo quería ser alguien que esté arriba, había de suponer que iba a haber gente debajo de mí. Y yo quería eso, para guiarlos, para ofrecerles oportunidades, para que ellos hagan eso después y en vez de arruinarlo todo, como decían (dicen) los comunistas, construir, sembrar. Así como en la chacra, no arruinar todo la cosecha por un par de cosas malogradas, eliminar lo malogrado y continuar con la cosecha, todo se debe aprovechar.
Esos comunistas no pensaban (¿ahora sí?), pero cuánta gente les creía (cree).
Asistí al viejo edificio en el moderno centro de Lima solo dos meses, luego mis padres me lo prohibieron y no me resistí, sentía que estaba perdiendo el tiempo, ya sabía qué era lo que ellos querían alcanzar, algo que yo antes jamás había imaginado y ahora yo también lo anhelaba, pero yo quería algo distinto.

En mí nació la ambición, el deseo, realmente quería salir de aquello. Y el Universo conspiró, luego supe que ese universo se llamaba Dios.

martes, 15 de octubre de 2013

Un camino de palabras - I



Hace poco me encontré con un libro peculiar, un diccionario.


De niño me gustaban los diccionarios, sobre todo los ilustrados. Llegaba a mis manos uno de ellos y buscaba palabras nuevas. Parecía intrigarme cuántas palabras nuevas podía encontrar. Pronto me distraía en los gráficos, figuras, diagramas, fotografías, cuadros, esquemas… hasta quedar dormido con el libro abierto a mi lado, recostado en mi cama.


Pronto esa manía se fue trasladando a pupiletras, crucigramas y cuadernos de notas. Nuevos compañeros de sueño.


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Mi padre tiene la habilidad asombrosa de completar crucigramas ante mis ojos. De niño, yo quería hacer lo mismo. Me frustraba el quedarme en el vacío buscando sinónimos y respuestas que encajen en el número preciso de recuadros. Cuando mi padre se percataba que mis esfuerzos se quedaban limitados, preguntaba si faltaba algo, si podía ayudarme. Con la paciencia infinita para enseñar a los niños, que hasta ahora conserva intacta, me explicaba cada solución de los acertijos del crucigrama.


Docente de profesión, se dedica a enseñarme aún a pesar de mi testarudez por demostrarle que si sé o que si puedo y espera tranquilo hasta que yo descubra que tuvo razón desde antes que se me ocurriera iniciar algún plan y luego extiende su mano para ayudarme.


Hoy comparte su tiempo con mi madre en el crecimiento personal en la etapa que les corresponde vivir, contentos, realizados, apercibidos de que pueden legar su sabiduría a sus hijos y las familias de sus hijos.


Mi madre es también docente. Ambos, tenían a su cargo un curso singular a los otros que se dictan en la educación básica regular, pues no se restringía a un aula de clases: Educación Física. Disfrutaron de su profesión pues la ejercieron el tiempo suficiente con distintos grupos de niños y adolescentes y las memorias de esos hechos siguen presentes como si hubieran ocurrido ayer. Se encuentran con sus alumnos y saben que su trabajo se ve reflejado en el éxito de ellos.


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En la época universitaria, llevé un curso para ejercer en el ámbito educativo. La educación es un tema transversal a la cotidianidad del ser humano y la calidad de la misma se trasluce posteriormente es una conducta adaptada. Haciendo mi tarea y aprovechando la presencia de mi sobrino, le pregunté: ¿Qué significa para ti la libertad? Y me respondió que era lo que uno sabe hacer cuando no se porta mal. Mi sorpresa fue tal que me quedó mirando mientras acomodaba sus juguetes. Luego le pregunté ¿Cómo definirías la palabra justicia? Me miró un poco incrédulo y me dijo que era como la forma en que uno tiene que comportarse cuando las cosas no están bien. Me parecía que no eran las palabras de un niño de seis años. Luego me dijo que trataba de describir lo primero que se le venía a la mente. Y posteriormente me preguntó por qué le preguntaba esos significados.


Según los autores que estudiaba, los niños no tienen la habilidad de desarrollar el pensamiento abstracto sino hasta que les toca enfrentar la adolescencia. Sin embargo, las definiciones que pueden llegar a darle a sustantivos que no son tangibles o que exigen un bagaje de conocimientos culturales son asombrosamente sencillas y profundas si las evaluamos bajo el tamiz de nuestra mente adulta. 

De vez en cuando, ahora, trato de ponerme en el lugar de un niño. Observar la vida, los obstáculos adelante y buscar una solución práctica.


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El diccionario peculiar del que hablé al principio es el resultado de la investigación de Javier Naranjo y pueden revisar las primeras páginas en el siguiente link: http://goo.gl/HjUI96 . Espero que sea de interés para ustedes y si tienen la oportunidad de disfrutar de una conversación con un niño, estaría muy agradecido en que me compartan su experiencia.